domingo, 28 de octubre de 2012

Las enseñanzas de D. Juan de Carlos Castaneda: reflexiones


Se trata de un libro extraño que, sin embargo, encierra en su seno interesantes mensajes y enseñanzas. Más allá de los detalles sobre los efectos físicos y mentales  de determinadas sustancias psicotrópica, es interesante reparar en los mensajes morales y espirituales que se transmiten a lo largo del texto, de principio a fin.
Castaneda a través de sus experiencias nos pone en el texto en duda el concepto de realidad y nos hace ver que la realidad consiste en simples descripciones del mundo, que generamos nosotros mismos como observadores sobre la base de nuestras creencias personales y culturales. Por otra parte, no intenta desmontar la visión del mundo “real” o hacerlo inconsistente, sino mostrar la consistencia de la visión mágica del mundo, su coherencia de acuerdo con una forma de cognición concreta. Por ello nos hace llegar poco a poco su aceptación de la existencia de otra realidad distinta a la descripción inicial del mundo y se abre a las creencias y pensamiento de Don Juan como un sistema de conocimiento coherente.
Pero la riqueza del libro también se aprecia en sus prólogos y así, en los prólogos de Octavio Paz y W. Goldsmith éstos nos aportan algunas ideas de alto valor:
·    Las drogas, las prácticas ascéticas y los ejercicios de meditación no son fines sino medios. Si el medio se vuelve fin se convierte en agente de destrucción. El resultado no es la liberación interior sino la esclavitud, la locura y no la sabiduría, la degradación y no la visión.
·     Para ver la “otra realidad” hay que dudar de la realidad que vemos  con los ojos. Es necesario recuperar la visión directa del mundo (superando el falso concepto de separación, o los de verdadero-falso, real-ilusorio, bonito-feo, bueno-malo,…) que en el pasado tuvimos pero que perdimos y que nos hizo perder el “poder que une al que mira con aquello que mira”. Es necesario recuperar la visión unitaria del mundo y para recuperar la vista es necesario dejar de mirar exclusivamente con los ojos para empezar a mirar con todo nuestro ser, entrando de ese modo en un orden de realidad diferente por completo. (texto mío de síntesis a partir de reflexiones de O. Paz, W. Goldsmith y C.Castaneda).
·    La crítica de la “realidad” de este mundo y del yo la hizo mejor que nadie hace dos siglos, David Hume (Treatise of human nature): nada cierto podemos afirmar del mundo objetivo y del sujeto que lo mira, salvo que uno y otro son haces de percepciones instantáneas e inconexas ligadas por la memoria y la imaginación. El mundo es imaginario, aunque no lo sean las percepciones en que, alternativamente, se manifiesta y disipa..//.. “cuando veo esta mesa y esta chimenea, lo único que se me hace presente son determinadas percepciones particulares, que son de naturaleza semejante a las de todas las demás percepciones… cuando vuelvo mi reflexión sobre mí mismo, no puedo jamás percibir este “yo mismo” sin alguna o algunas percepciones ni puedo percibir nada más que las percepciones. Es pues la composición de éstas lo que forma al yo”.
·    La crítica del ”yo” mediante el escepticismo racional la hizo Hume, lo que no es sino lo que hacen los budistas respecto del mundo y del lugar donde ha de encontrarse el “yo”, llevándoles por reducción al absurdo hasta la vacuidad. El humor es una forma socialmente aceptable de escepticismo. La función del humor es la de romper la visión cotidiana de la realidad, trastornar nuestras percepciones y sensaciones, aniquilar nuestros endebles razonamientos, arrasar nuestras certidumbres para así permitir el afloramiento de la otra realidad. El humor nos ayuda a parar el mundo.
·     El concepto de parar el mundo es introducido por D. Juan y Octavio Paz debe ser entendido como el proceso de suspender nuestros juicios y opiniones sobre la realidad. Acabar con el “esto” y el “aquello”, el sí y el no, alcanzar ese estado dichoso de imparcialidad contemplativa a que han aspirado todos los sabios.
·     Experimentando otros mundos podemos ubicar el nuestro en su valor justo y de ese modo capacitarnos para ver fugazmente cómo debe ser, de hecho, el mundo real (W. Goldsmith).

En la parte del prólogo, o comentarios introductorios, escritos por el propio Carlos Castaneda treinta años después (en 1998) de la publicación del libro está toda la raíz del mensaje que se desea transmitir aunque no todas las citas de mayor interés del libro. Por su interés comprensivo, reproducimos casi textualmente este prólogo de C. Castaneda, que hemos tomado de la tercera reimpresión de la segunda edición (año 2002). En letra de menor tamaño inserto aquella parte de, para mí, menor valor:
Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento” se publicó por primera vez en 1968 (primera edición en español en 1974). En ocasión del trigésimo año de su publicación, me gustaría hacer algunas aclaraciones acerca de la obra misma y formular algunas conclusiones generales con respecto al tema del libro, a las que he llegado tras años de esfuerzos serios y consistentes.
[El libro fue el resultado de un trabajo antropológico de campo que realicé en el estado de Arizona, EUA, y en el estado de Sonora, México. Cuando me encontraba dedicado a cursar mis estudios de graduado en el Depto. de Antropología de la Universidad de California, LA, por casualidad conocí a un viejo chamán, un indio yaqui del estado de Sonora, México. Su nombre era Juan Matus.
Consulté a varios profesores del Depto. De Antropología acerca de la posibilidad de hacer trabajo de campo antropológico sirviéndome del viejo chamán como informante clave. Cada uno de esos profesores trató de disuadirme basándose en su convicción de que antes de pensar en hacer trabajo de campo tenía que darle prioridad a los cursos de requisito académico en general, y a las formalidades de mis estudios de graduado, tales como los exámenes escritos y orales. Los profesores tenían toda la razón. No tenían que persuadirme para que atendiera la lógica de sus consejos.
Había, sin embargo, un profesor, el doctor Clemente Meigham, que abiertamente incitó mi interés en hacer trabajo de campo. Es a él a quien debo dar crédito total por haberme inspirado a llevar a cabo la investigación antropológica. Fue el único que me impulsó a sumergirme tan profundamente como pudiera en la posibilidad que se había abierto para mí. Su exhortación se basaba en su experiencia personal en el trabajo de campo como arqueólogo. Me dijo que lo que había descubierto a través de su trabajo era que el tiempo apremiaba y que quedaba muy poco antes de que áreas de conocimiento enormes y complejas, alcanzadas por culturas en declinación, se perdieran para siempre bajo el impacto de la tecnología y las corrientes de filosofías modernas. Me dio como ejemplo el trabajo de algunos antropólogos conocidos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, quienes coleccionaron datos etnográficos sobre las culturas indígenas americanas de las llanuras, o de California, tan rápido y tan metódicamente como fuera posible. Su prisa era justificada, porque dentro de una generación las fuentes de información acerca de la mayoría de esas culturas indígenas fueron arrasadas, sobre todo entre las culturas indígenas de California.
Al mismo tiempo que ocurría lo anterior, tuve la buena suerte de tomar clases con el profesor Harold Garfinkel, del Depto. de Sociología de la UCLA. Él me proveyó con el paradigma etnometodológico más extraordinario, en el cual las acciones prácticas de la vida cotidiana eran tema auténtico para el discurso filosófico, y cualquier fenómeno que se encontrara bajo investigación debía ser examinado bajo su propia luz, y de acuerdo a sus reglas y consistencias propias. Si había algunas leyes o reglas a establecer, éstas tendrían que ser propias al fenómeno mismo. Por lo tanto, las acciones prácticas de los chamanes, vistas como un sistema coherente con sus propias reglas y configuraciones, eran tema digno de una investigación seria. Tal investigación no tenía que ser sometida a teorías elaboradas a priori, ni a comparaciones con el material obtenido bajo los auspicios de un fundamento filosófico diferente.
Bajo la influencia de estos dos profesores, me involucré profundamente en mi trabajo de campo. Las dos fuerzas que me impulsaban, que venían de mi contacto con estos dos hombres, eran: que le quedaba muy poco tiempo a los procesos de pensamiento de las culturas indígenas americanas antes de que todo se perdiera en el revoltijo de la tecnología moderna; y que el fenómeno bajo observación, sea lo que fuere, era un tema genuino para la investigación y merecía el mayor esmero y seriedad de mi parte.
Me sumergí tan profundamente en mi trabajo de campo que estoy seguro de que, en última instancia, desilusioné a la misma gente que me patrocinaba. Terminé en un campo que era tierra de nadie. No era tema de la antropología o la sociología, la filosofía o la religión. Había seguido las reglas y las configuraciones propias del fenómeno, pero no había tenido la capacidad de salir a la superficie en un lugar seguro. En consecuencia, arriesgué mi esfuerzo total al caerme de las escalas académicas apropiadas, las que miden su valor o carencia de él.]
La descripción irreductible de lo que realicé en mi trabajo de campo consistiría en decir que el chamán yaqui don Juan Matus me introdujo en la cognición de los chamanes del México antiguo. Por cognición, se entienden los procesos responsables de la conciencia de la vida cotidiana, procesos que incluyen la memoria, la experiencia, la percepción y el uso experto de cualquier sintaxis dada. El concepto de cognición era, en ese momento, el obstáculo más poderoso para mí. Era inconcebible para mí, como hombre intelectual de Occidente, que la cognición, tal como la define el discurso filosófico de nuestro tiempo, pudiera ser algo más que un asunto homogéneo y omniabarcante para la totalidad de la humanidad. El hombre occidental está dispuesto a considerar diferencias culturales que explicarían maneras singulares de describir fenómenos, pero las diferencias culturales no podrían explicar que los procesos de la memoria, la experiencia, la percepción y el uso experto de la lengua fueran distintos a los procesos que conocemos. En otras palabras, para el hombre occidental sólo existe la cognición como un grupo de procesos generales.
No obstante, para los videntes del linaje de don Juan existe la cognición del hombre moderno y existe la cognición de los chamanes del México antiguo. Don Juan consideraba a estos dos como mundos enteros de la vida cotidiana, que eran intrínsecamente distintos el uno del otro. En un momento dado, y sin que me diera cuenta, mi tarea cambió misteriosamente de la mera recopilación de datos antropológicos a la internalización de los nuevos procesos cognitivos del mundo de los chamanes.
La genuina internalización de tales conceptos implica una transformación, una respuesta distinta al mundo cotidiano. Los chamanes descubrieron que el impulso inicial de esta transformación siempre ocurre como una alianza intelectual a algo que parece ser un mero concepto, pero que tiene poderosas e insospechadas corrientes de fondo. Esto fue mejor descrito por don Juan cuando dijo:    El mundo de todos los días jamás puede tomarse como algo personal que tiene poder sobre nosotros, como algo que puede crearnos o destruirnos, porque el campo de batalla del hombre no está en su lucha con el mundo que lo rodea. Su campo de batalla está sobre el horizonte, en un área que es impensable para el hombre común, el área donde el hombre deja de ser hombre”.
Él explicó esas aseveraciones diciendo que era energéticamente imperativo para los seres humanos darse cuenta de que lo único que importa es su encuentro con el infinito. Don Juan no pudo reducir el término infinito a una descripción más manejable. Dijo que era energéticamente irreducible. Era algo que no podía personificarse y a lo que ni siquiera podía aludirse, salvo en términos tan vagos como Lo Infinito.
Poco sabía yo en ese tiempo que don Juan no me estaba dando solamente una descripción intelectual atractiva; me estaba describiendo algo que él llamaba un hecho energético. Para él, los hechos energéticos eran las conclusiones a las que él y los otros chamanes de su linaje llegaron al involucrarse en una función que llamaban ver: el acto de percibir energía directamente como fluye en el universo. La capacidad de ver energía de esta manera es uno de los puntos culminantes del chamanismo.
Según don Juan Matus, la tarea de acomodarme dentro de la cognición de los chamanes del México antiguo se llevó a cabo de una manera tradicional, es decir, que lo que me hizo fue lo que se le había hecho a todo  chamán iniciado a través del tiempo.  La internalización de los procesos de un sistema cognitivo diferente siempre empezaba llamando la atención total de los chamanes iniciados a darse cuenta de que somos seres que vamos a morir. Don Juan y los otros chamanes de su linaje creían que la comprensión total de este hecho energético, esta verdad irreducible, conduciría a la aceptación de la nueva cognición.
El resultado final que los chamanes como don Juan Matus buscaban para sus discípulos era darse cuenta de algo que por su sencillez es tan difícil de lograr: que somos, de hecho, seres que vamos a morir. Por lo tanto, la verdadera lucha del hombre no está en la lucha con su prójimo, sino con el infinito, y esto ni siquiera es una lucha; es, en esencia, un asentimiento.
Voluntariamente tenemos que asentir con el infinito. En la descripción de los videntes, nuestras vidas se originan en el infinito y terminan donde tuvieron origen: en el infinito.
La mayor parte de los procesos que he descrito en mi obra publicada tenía que ver con el vaivén de mi persona como ser socializado bajo el impacto de nuevos fundamentos. En la situación de mi trabajo de campo, lo que ocurría era algo más urgente que una mera invitación a internalizar los procesos de esa nueva cognición chamánica; era un mandato. Después de años de lucha por mantener intactos los límites de mi persona, estos límites cedieron.
Luchar por conservarlos era un acto sin sentido, visto a la luz de lo que don Juan y los chamanes de su linaje querían hacer. Era, sin embargo, un acto muy importante a la luz de mi necesidad, que era la necesidad de toda persona civilizada: mantener los límites del mundo conocido.
Para Don Juan, el hecho energético que constituía la piedra angular de la cognición de los chamanes del México antiguo era que cada matiz del cosmos es una expresión de energía. Desde su plano de ver energía directamente, esos chamanes llegaron al hecho energético de que el cosmos entero está compuesto por fuerzas gemelas que, al mismo tiempo, son opuestas y complementarias entre sí. Llamaron a estas dos fuerzas energía animada y energía inanimada.
Vieron que la energía inanimada no tiene conciencia. Para los chamanes, la conciencia es una condición vibratoria de la energía animada. Don Juan dijo que los chamanes del México antiguo fueron los primeros en ver que todos los organismos de la Tierra son poseedores de energía vibratoria. Los llamaron seres orgánicos, y vieron que es el propio organismo el que establece la cohesión y los límites de tal energía. Vieron también que existen conglomerados de energía animada vibratoria que tienen cohesión propia, libre de las ataduras de un organismo. Los llamaron seres inorgánicos, y los describieron como cúmulos de energía cohesiva, invisible al ojo humano, una energía que es consciente de sí misma y que posee una unidad determinada por una fuerza aglutinante diferente a la fuerza aglutinante de un organismo.
Los chamanes del linaje de don Juan vieron que la condición esencial de la energía animada, orgánica o  inorgánica, es convertir la energía del universo en general en datos sensoriales. En el caso de los seres orgánicos, estos datos sensoriales son a su vez transformados en un sistema de interpretación, en el cual se clasifica la energía en general y se asigna una respuesta dada a cada clasificación, cualquiera que ésta sea. La aseveración de los videntes es que, en el reino de los seres inorgánicos, los datos sensoriales en que los seres inorgánicos transforman la energía en general deben ser, por definición, interpretados por ellos en cualquier forma, por incomprensible que sea.
De acuerdo con la lógica de los chamanes, en el caso de los seres humanos, el sistema para interpretar los datos sensoriales es su cognición. Sostienen que la cognición humana puede ser interrumpida temporalmente, ya que es simplemente un sistema de taxonomía, en el que las respuestas han sido clasificadas junto con la interpretación de datos sensoriales. Cuando ocurre esta interrupción, afirman los videntes que la energía puede ser percibida directamente como fluye en el universo. Los videntes describen el percibir energía directamente como si diera el efecto de verla con los ojos, aunque los ojos intervienen sólo en forma mínima.
*Percibir energía directamente les permitió a los chamanes del linaje de don Juan ver a los seres humanos como conglomerados de campos de energía, que tienen la apariencia de esferas luminosas. El observar a los seres humanos de tal forma, les permitió a aquellos chamanes llegar a conclusiones energéticas extraordinarias. Notaron que cada una de esas esferas luminosas está conectada individualmente a una masa energética de proporciones inconcebibles que existe en el universo; una masa a la que llamaron el oscuro mar de la conciencia. Observaron que cada esfera individual está unida al mar oscuro de la conciencia en un punto que es aún más brillante que la misma esfera luminosa. Estos chamanes llamaron a ese punto de unión el punto de encaje porque observaron que es en ese lugar donde ocurre la percepción. El flujo de la energía en general se convierte, en ese punto, en datos sensoriales, y esos datos son entonces interpretados como el mundo que nos rodea.
Cuando le pedí a don Juan que me explicara cómo ocurría este proceso de convertir el flujo de energía en datos sensoriales, me contestó que lo único que los chamanes saben al respecto es que la inmensa masa de energía llamada el oscuro mar de la conciencia les proporciona a los seres humanos todo lo necesario para producir esta transformación de energía en datos sensoriales, y que tal proceso jamás podría ser descifrado debido a la vastedad de esa fuente original.
Lo que descubrieron los chamanes del México antiguo cuando enfocaron su ver en el oscuro mar de la conciencia fue la revelación de que todo el cosmos está compuesto por filamentos luminosos que se extienden infinitamente. Los chamanes los describen como filamentos luminosos que se dirigen en todas direcciones sin jamás tocarse el uno al otro. Vieron que son filamentos individuales y que, sin embargo, se agrupan en masas de tamaño inconcebible.
Aparte del oscuro mar de la conciencia, otra de tales masas de filamentos que observaron los chamanes y que les gustó por su vibración era algo que llamaron intento, y al acto de cada chamán de enfocar su atención en tal masa le llamaron intentar. Vieron que el universo entero era un universo de intento, y para ellos el intento era el equivalente de inteligencia. Por lo tanto, el universo era, para ellos, un universo de inteligencia suprema. La conclusión a la que llegaron y que se convirtió en parte de su mundo cognitivo fue que la energía vibratoria, consciente de sí misma, era en extremo inteligente. Vieron que la masa de intento en el cosmos era responsable de todas las mutaciones posibles, todas las variaciones posibles que ocurrieron en el universo, no a causa de circunstancias ciegas y arbitrarias, sino debido al intentar ejecutado por la energía vibrante, al nivel del flujo de la energía misma.
Don Juan señaló que en el mundo de la vida cotidiana los seres humanos utilizan el intento y el intentar en la forma en que interpretan al mundo. Don Juan, por ejemplo, me alertó sobre el hecho de que mi mundo cotidiano no estaba regido por mi percepción sino por la interpretación de mi percepción. Me dio como ejemplo el concepto de universidad, que en aquel momento era un concepto de suprema importancia para mí. Dijo que universidad no era algo que pudiera percibir con mis sentidos, porque ni mi vista, ni mi sentido del oído, ni mi sentido del gusto, ni mi sentido del tacto o del olfato me daban idea alguna acerca de universidad. Universidad ocurría únicamente en mi intentar, y para construirla allí tenía que hacer uso de todo lo que sabía como persona civilizada, de manera consciente o subliminal.
El hecho energético de que el universo está compuesto por filamentos luminosos dio origen a la conclusión de los chamanes de que cada uno de esos filamentos que se extienden infinitamente es un campo de energía. Observaron que los filamentos luminosos o, más bien, campos de energía de tal naturaleza, convergen en y pasan a través del punto de encaje. Dado que se determinó que el tamaño del punto de encaje era equivalente al de una pelota de tenis, sólo un número finito aunque extremadamente grande de campos de energía converge en y pasa a través de ese punto.
Cuando los videntes del México antiguo vieron el punto de encaje descubrieron el hecho energético de que el impacto de los campos de energía que pasan a través del punto de encaje era transformado en datos sensoriales; datos que luego eran interpretados como la cognición del mundo de la vida cotidiana.
Aquellos chamanes explicaron la homogeneidad de cognición entre los seres humanos por el hecho de que el punto de encaje de toda la raza humana está localizado en el mismo lugar en las esferas energéticas luminosas que somos: a la altura de los omóplatos, a la distancia de un brazo tras ellos y contra el borde de la esfera luminosa.
Su ver-observar del punto de encaje llevó a los videntes del México antiguo a descubrir que el punto  de encaje cambiaba de posición bajo condiciones de sueño normal, o de extrema fatiga, o de enfermedad, o por la ingestión de plantas psicotrópicas. Aquellos chamanes vieron que cuando el punto de encaje estaba en una nueva posición, un haz diferente de campos de energía pasaba a través de él, forzando al punto de encaje a convertir esos campos de energía en datos sensoriales, y a interpretarlos, dando como resultado un verdadero mundo nuevo a percibir. Aquellos chamanes sostuvieron que cada mundo nuevo que surge de tal manera es un mundo omniabarcante, diferente al mundo cotidiano, pero extremadamente parecido a él por el hecho de que uno podría vivir y morir en él.
Para los chamanes como don Juan Matus, el ejercicio más importante de intentar implica el movimiento volitivo del punto de encaje para alcanzar puntos predeterminados en el conglomerado total de campos de energía que compone al ser humano, es decir, que a través de miles de años de indagación los videntes del linaje de don Juan descubrieron que existen posiciones claves dentro de la totalidad de la esfera luminosa que es un ser humano, donde se puede situar el punto de encaje y donde el bombardeo resultante de los campos de energía sobre él puede producir un mundo nuevo completamente verdadero. Don Juan me aseguró que era un hecho energético que la posibilidad de viajar a cualquiera de esos mundos, o a todos ellos, es el legado de todo ser humano. Dijo que esos mundos estaban allí para ser interrogados, como preguntas que en ocasiones están rogando ser formuladas, y que todo lo que el vidente o el ser humano necesitaban para alcanzarlos era intentar el movimiento del punto de encaje.
Otro asunto relacionado con el intento pero transpuesto al nivel del intentar universal, era, para los chamanes del México antiguo, el hecho energético de que el universo mismo continuamente nos empuja, tira de nosotros y nos pone a prueba. Para ellos, era un hecho energético que el universo en general es predatorio al máximo, pero no predatorio en el sentido en que entendemos el término: el acto de saquear o robar, o de herir o explotar a los demás en provecho  propio. Para los chamanes del México antiguo, la condición predatoria del universo quería decir que el intentar del universo es estar constantemente poniendo a prueba a la conciencia. Vieron que el universo crea un número inconcebible de seres orgánicos y un número inconcebible de seres inorgánicos. Al ejercer presión sobre todos ellos, el universo los fuerza a acrecentar su conciencia, y de esta forma el universo trata de hacerse consciente de sí mismo. En el mundo cognitivo de los chamanes, por ende, la conciencia es la cuestión final.
Don Juan Matus y los chamanes de su linaje consideraban a la conciencia como el acto de estar deliberadamente consciente de todas las posibilidades perceptivas del ser humano, no sólo de las posibilidades perceptivas dictadas por cualquier cultura dada, cuyo papel parece ser el de restringir la capacidad perceptiva de sus miembros. Don Juan sostenía que el hecho de soltar o liberar el total de la capacidad perceptiva de los seres humanos no interferiría en forma alguna con su conducta funcional. De hecho, la conducta funcional se convertiría en un asunto extraordinario, puesto que adquiriría un valor nuevo. Bajo estas circunstancias, función se transforma en una necesidad de lo más exigente. Libre de idealidades y de pseudometas, el hombre sólo tiene a la función como su fuerza guiadora. Los chamanes le llaman esto impecabilidad. Para ellos, ser impecable significa hacer todo lo mejor que uno pueda, y un tanto más. Derivaron función a partir de ver energía directamente como fluye en el universo. Si la energía fluye de cierta manera, el seguir del flujo de la energía es, para ellos, ser funcional. Función, por ende, es el común denominador por medio del cual los chamanes se enfrentan a los hechos energéticos de su mundo cognitivo.
El ejercicio continuo de todas las unidades de la cognición de los chamanes les permitió a don Juan y a todos los chamanes de su linaje llegar a conclusiones energéticas extrañas que a primera vista parecen ser pertinentes sólo a ellos y a sus circunstancias personales, pero que al ser examinadas minuciosamente podrían aplicarse a cualquiera de nosotros. Según don Juan, la culminación de la búsqueda de un chamán es algo que él consideraba el hecho energético más esencial, no sólo para los videntes, sino para cada ser humano sobre la Tierra. Lo llamaba el viaje definitivo.
El viaje definitivo es la posibilidad de que la conciencia individual, acrecentada hasta el límite por la adherencia del individuo a la cognición de los chamanes, pudiera mantenerse más allá del punto en que el organismo es capaz de funcionar como una unidad cohesiva, es decir, más allá de la muerte. Esta conciencia trascendental fue comprendida por los chamanes del México antiguo como la posibilidad de que la conciencia de los seres humanos fuera más allá de lo conocido para llegar, de esta forma, al nivel de la energía que fluye en el universo. Para los chamanes como don Juan Matus su búsqueda consistía en llegar a ser, al final, un ser inorgánico, es decir, energía consciente de sí misma, actuando como una unidad cohesiva, pero sin un organismo. Llamaron a este aspecto de su cognición libertad total, un estado en el que existe la conciencia, libre de las imposiciones de la socialización y de la sintaxis.
Estas son las conclusiones generales que se han extraído a partir de mi inmersión en la cognición de los chamanes del México antiguo. Años después de la publicación de Las enseñanzas de don Juan: una forma yaqui de conocimiento me di cuenta de que lo que don Juan me había ofrecido era una revolución cognitiva total. En mis obras subsiguientes he tratado de dar una idea de los procedimientos para efectuar esta revolución cognitiva. En vista de que don Juan me estaba familiarizando con un mundo vivo, los procesos de cambio en tal mundo nunca cesan. Las conclusiones, por lo tanto, son sólo dispositivos mnemotécnicos o estructuras operacionales que sirven como trampolines para saltar hacia nuevos horizontes de cognición.

Como ya he afirmado antes, el resto del texto contiene citas de alto valor tanto moral como social y/o espiritual, motivo por lo cual seguidamente recojo aquellas que me han resonado de forma especial:

·   Ante la sentencia del protagonista de que “Saber es poder”, D. Juan afirma taxativamente “¡No!. El poder depende de la clase de saber que se tenga. ¿De qué sirve saber cosas que no valen la pena?
·    Ante la insistencia del protagonista de que quería aprender sobre el uso y efectos del peyote, D. Juan le insiste en que no quiere enseñarle porque “…no conoces tu corazón, Lo importante es que sepas exactamente por qué quieres comprometerte”. Nota: Obviamente esta afirmación es de sumo interés hacérsela uno mismo antes de dejarse llevar por emociones, luchas o discusiones.
·    Nada en este mundo es un regalo: todo cuanto se tenga que aprender deberá aprenderse por el camino difícil. Nota: yo personalmente no mantengo esta postura aunque sí con el hecho de que todo requiere una decisión y un esfuerzo constante. El sufrimiento es una emoción que añadimos nosotros al proceso de aprendizaje. De hecho esta cita puede ser malinterpretada si su consideración no es efectuada a la luz de loe más adelante se dirá respecto de la toma de “caminos con corazón”. Si el aprendizaje no es un “camino con corazón” será un camino de sufrimiento.
·    El aprender es la tarea más difícil que un hombre puede echarse encima. Nota: Estoy de acuerdo siempre que se entienda el concepto de “difícil” como exigencia de constancia, de priorización, de aceptación de lo que se descubra aunque rompa nuestras creencias anteriores
·     El hombre vive sólo para aprender. Y si aprende es porque ésa es la naturaleza de su suerte, para bien o para mal.
·      No hay nada malo en tener miedo. Cuando uno teme ve las cosas de forma distinta.
·  El miedo es el primer enemigo natural que un hombre debe derrotar en el camino del saber. Además tú eres curioso. Eso compensa. Y aprenderás a pesar tuyo: ésa es la regla.
·     Eres persona seria, pero tu seriedad está ligada a lo que tú haces, no a lo que pasa fuera de ti. Te ocupas demasiado de ti mismo. Ese es el problema. Y eso produce una tremenda fatiga. Para resolver esto… busca y ve las maravillas que te rodean. Te cansarás de mirarte a ti mismo, y el cansancio te hará sordo y ciego a todo lo demás.
·   Un hombre va al saber como a la guerra. Bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir en cualquier otra forma al saber o a la guerra es un error, y quien lo cometa vivirá para lamentar sus pasos. Nota: la “lucha” la “guerra” contra la ignorancia propia es algo que requiere valor porque te aleja completamente de tu situación de confort, que no es sino la de tus creencias.
·     Un “aliado” es un poder que un hombre puede traer a su vida para que lo ayude, lo aconseje y le dé la fuerza necesaria para ejecutar acciones, grandes o pequeñas, justas o injustas. Nota: Es obvio que bajo esta denominación caben los santos, la idea de Dios y, en el mejor de los casos, la fe en uno mismo.
·    Uno no se enoja con la gente cuando siente que sus actos son importantes. Nota: Al sabio nada le enoja porque nada de lo que le pueda hacer un ser humano le parece lo suficientemente importante como para enojarse por ello.
·   Un hombre de conocimiento (a esto presta mucha atención D. Juan) es alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender. Un hombre que, sin apuro, sin vacilación ha ido lo más lejos que puede en desenredar los secretos del poder y el conocimiento. Para que un hombre pueda volverse “hombre de conocimiento” debe desafiar y vencer a sus cuatro enemigos naturales. Cualquiera puede tratar de llegar a ser “hombre de conocimiento”; muy pocos llegan a serlo, pero eso es natural. Los enemigos que un hombre encuentra en el camino para llegar a ser un hombre de conocimiento son de veras formidables, de verdad poderosos; y la mayoría se pierde. Ser “hombre de conocimiento” no tiene permanencia. Uno no es nunca en realidad “hombre de conocimiento”. Más bien, uno se hace “hombre de conocimiento” por un instante muy corto, después de vencer a los cuatro enemigos naturales.
·    Y ante la insistente pregunta del protagonista respecto de cuáles son los cuatro enemigos de poder, D. Juan dice lo siguiente (y esta, para mí, es una de las mayores revelaciones de este libro):
Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.
Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.
"Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda."
      ¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?
      Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
      ¿Y qué puede hacer para superar el miedo?
      La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de si. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.
"Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural."
      ¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?
      Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.
      ¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?
      No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto, "Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.
"Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión. de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.
      ¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?
      No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.
      Pero ¿qué tiene que hacer para evitar la derrota?
      Debe hacer lo que hizo con el miedo: debe desafiar su claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto delante de sus ojos. Y así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de sus ojos. Ése será el verdadero poder.
"Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder!
"El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.
"Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel, caprichoso."
Nota: Cuando el poder que surge de la ausencia de miedo y de la claridad íntima de cómo funcionan las cosas no está moderado por  la compasión que surge del sentimiento de unidad con todo lo que a uno le rodea (camino del corazón), entonces surgen los peores perseguidores que puedan existir porque ven con extraordinaria claridad cómo imponerse y usar a los demás. No ha aprendido que el poder que ha hallado sólo tiene sentido si lo usa en beneficio de los demás, de todo el universo. Por tanto, y tal y como seguidamente se nos dirá, la obtención del poder exige renovar la atención en nosotros mismos en ver con claridad la motivación de nuestros actos y en convocar al juicio del corazón.
      ¿Perderá su poder?
      No, nunca perderá su claridad ni su poder.
      ¿Entonces qué lo distinguirá de un hombre de conocimiento?
     Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de si mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.
      La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos ¿es definitiva?
    Claro que es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer.
      ¿Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija?
      No. Una vez que un hombre se rinde, está acabado.
      ¿Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza?
   Eso quiere decir que la batalla sigue. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona.
     Pero entonces, don Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante años, pero finalmente lo conquiste, aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio de su miedo, terminará conquistándolo porque nunca se habrá abandonado a él en realidad.
      ¿Cómo puede vencer a su tercer enemigo, don Juan?
     Tiene que desafiarlo, con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado no es nunca suyo en verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento, y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo.
"El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y casi sin advertencia tropezará con su último enemigo: ¡la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante.
"Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su poder está bajo control, pero también el tiempo en el que siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por entero a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento.
"Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentitos en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momentos de claridad, poder y conocimiento son suficientes."

·  ¿Qué es una verdadera vida don Juan?.... Aquella que se vive con la certeza nítida de estar viviéndola; una vida buena, fuerte.

La segunda gran “idea fuerte” de este libro radica en la naturaleza de los caminos que tomamos a lo largo de la vida:
·     La [yerba del diablo] es sólo un camino entre cantidades de caminos. Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera, Ahora sí la entiendo. Te diré cuál es: ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor, ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita.
Nota: En otro lugar del libro vuelve sobre el tema del “camino del corazón” con el siguiente razonamiento:
     Yo digo que es inútil desperdiciar la vida en un solo camino, sobre todo si ese camino no tiene corazón.
      Pero, ¿cómo sabe usted cuándo no tiene corazón un camino, don Juan?
   Antes de embarcarte en cualquier camino tienes que hacer la pregunta: ¿tiene corazón este camino? . Si la respuesta es no, tú mismo lo sabrás, y deberás entonces escoger otro camino.
      Pero ¿cómo sé de seguro si un camino tiene corazón o no?
     Cualquiera puede saber eso. El problema es que nadie hace la pregunta, y cuando uno por fin se da cuenta de que ha tomado un camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo. En esas circunstancias muy pocos hombres pueden pararse a considerar, y más pocos aún pueden dejar el camino.
      ¿Cómo debo proceder para hacer la pregunta apropiada, don Juan?
      Pregunta nada más.
      Lo que quiero decir es si hay un método indicado para que yo no me mienta a mí mismo y crea que la respuesta es sí cuando en realidad es no,
      ¿Por qué habrías de mentir?
      Tal vez porque en el momento el camino es agradable y me gusta.
     Esas son tonterías. Un camino sin corazón nunca es disfrutable. Hay que trabajar duro tan sólo para tomarlo. En cambio, un camino con corazón es fácil: no te hace trabajar por tomarle gusto.
…//…
Para escoger un camino debes estar libre de miedo y de ambición
El deseo de aprender no es ambición -dijo-. El querer saber, es nuestro destino como Hombres
El camino sin corazón se vuelve contra los hombres y los destruye.

·    Muchas cosas pueden volver loco a un hombre, sobre todo si no tiene la decisión, el propósito necesario para aprender; pero cuando un hombre posee una intención clara y recia, los sentimientos no resultan en modo alguno un obstáculo, pues es capaz de controlarlos. (Nota: he adaptado los tiempos verbales para una mejor comprensión).

·      Ante la insistencia del protagonista respecto de si estaba en el buen camino y  de cual de sus dos mundos era el correcto (el mostrado en los momentos trascendentes inducidos por las drogas y el del día a día) y cual debía ser el curso de su vida, don Juan responde:
Piensas que hay dos mundos para ti -dijo- : dos caminos. Pero nada más hay uno. El protector (se refiere a Mescalito, una droga) te enseñó esto con claridad increíble. El único mundo a tu disposición es el mundo de los hombres, y de ese mundo no te puedes salir. ¡Eres un hombre! El protector te enseñó el mundo de la felicidad, donde no hay diferencias porque no hay nadie que pregunte por las diferencias. Pero ése no es el mundo de los hombres. El protector te sacó de él y te enseñó cómo piensa y lucha un hombre. ¡Ese es el mundo del hombre! Y ser hombre es estar condenado a ese mundo. Eres vanidoso, crees que vives en dos mundos, pero eso es pura vanidad. Hay un solo mundo para nosotros. Somos hombres, y debemos estar conformes con el mundo de los hombres.

En la segunda parte del libro (“El orden operativo”), C. Castaneda ya no refiere a D. Juan sino que hace un resumen de lo que las enseñanzas del citado don Juan le han llevado a aprender. Se trata así de un intento de revelar la cohesión interna y la fuerza lógica de las enseñanzas de Don Juan. Asimismo Castaneda organiza todo lo aprendido en conceptos y subconceptos jerarquizados que contienen un orden y una estructura coherentes, de modo que se descubran las estructuras cognitivas implícitas en el relato. Por eso no concuerdan exactamente algunos conceptos con los anteriormente citados. Por su interés comprensivo recojo las partes que creo que más afectan a nuestra alma de caminantes:

Hombre de conocimiento
Castaneda a este respecto nos dice que don Juan le declaró desde el principio que la meta de sus enseñanzas era “enseñar” cómo llegar a ser un “hombre de conocimiento”. Castaneda también nos indica que para él era obvio que convertirse en hombre de conocimiento era una meta operatoria y, que, por ello, el apreciaba la existencia en las enseñanzas de don juan de un “orden operatorio” que sólo era vislumbrable a la luz del objetivo buscado. Por ello Castaneda nos hace llegar el resultado de su reflexión al respecto, según la cual siete eran los conceptos que habían de ser considerados para entender el de “hombre de conocimiento”:
1.   Llegar a ser “hombre de conocimiento” es asunto de aprendizaje (aprender es la única forma de llegar a ser un “hombre de conocimiento”, el resultado final de un proceso, no una adquisición inmediata a través de un acto de gracia otorgado por poderes sobrenaturales)
2.  Un “hombre de conocimiento” posee intención rígida (es la consecuencia de ejecutar voluntariamente el procedimiento necesario para llevar a cabo el aprendizaje, con esfuerzo, rectitud de juicio y de acuerdo con unas reglas)
3.    Un “hombre de conocimiento” posee claridad de mente (con sentido de dirección adaptándose a las circunstancias pero sin perder el rumbo prefijado por el objetivo buscado)
4.    Llegar a ser un “hombre de conocimiento” es el resultado de una labor esforzada (el esfuerzo es necesario para sobreponerse a las vicisitudes del camino y avanzar por él con eficacia, lo que puede considerarse como un profundo estado de fe bajo el cual se acepta el desafío y todas las vicisitudes que conlleva)
5.    Un “hombre de conocimiento” es un guerrero (la idea de guerrero comprende cuatro características que han de ser aplicadas en el proceso de aprendizaje (1) respeto (2) miedo (3) atención (4) confianza. Respecto del miedo esto no quiere decir que se avance con miedo sino que un guerreo debe ser consciente de su miedo para que enfrentándose a él pueda conquistarlo)
6.    Llegar a ser “hombre de conocimiento” es una labor incesante (no acababa nunca porque en última instancia el último enemigo es la propia vejez mental, que te lleva a abandonar el camino)
7.    Un “hombre de conocimiento” debía tener un aliado (entendido éste concepto como un “poder capaz de transportar al hombre más allá de sus propios límites”). Nota: la confianza en uno mismo es el mejor aliado que pueda uno tener en el camino del conocimiento pero hay mucha gente que pone su confianza en otros aliados como en la idea de Dios, en los ángeles custodios, en algún maestro, o en la vida misma notando que ésta te guía de forma clara.

Juan I. Fernández-Golfín Seco
Octubre 2012

viernes, 26 de octubre de 2012

CIENCIA DE VANGUARDIA Y CON-CIENCIA: la pescadilla que se muerde la cola


"En el punto donde se detiene la ciencia, empieza la imaginación" (DE GAULTIER, JULES) 1858 - 1942



Antes de empezar con las elucubraciones a las que me ha llevado bucear por los logros de la ciencia y la filosofía, he de explicar el título de este pequeño ensayo. Para mí la ciencia con mayúscula, la ciencia de vanguardia, aquella que se lleva a cabo en las fronteras del conocimiento, no es otra sino la Física Cuántica[1], aunque complementada con la Física de Partículas[2].
Sé que muchos, yo mismo aunque quizá en otro momento, dirían que reducir toda la ciencia al binomio Física Cuántica-Física de Partículas (que dada su intimísima relación las encuadraré bajo la denominación genérica de mecánica cuántica) es llevar a cabo un reduccionismo exagerado, pero mi actual forma de pensar me lleva a mantener que no hay frontera del conocimiento más lejana, reto más arduo para la mente humana, que enfrentarse al origen y comportamiento último de la materia[3]. Por eso y por simplicidad expositiva cuando a partir de ahora hable de Ciencia (sí, ciencia con mayúscula) me estaré refiriendo a este sorprendente, enigmático y desconocido binomio de teorías físicas (cuyo deslinde es extremadamente difícil).
Para una mejor comprensión del texto por parte de iniciados y no iniciados en el mundo de la Física utilizaré notas para ampliar con contenidos técnicos los conceptos y razonamientos básicos que citaré en el cuerpo del texto. También he aprovechado estas notas para ampliar mis puntos de vista cuando se apuntan temas de gran calado o hitos en el razonamiento del mensaje que deseo transmitir.
Sé que muchísimo se ha escrito sobre el particular y, por ello, no pretendo ser original, solo didáctico. Por ello seguro que mucho de lo que digo ya ha sido dicho antes, solo espero que esta vez resulte más claro a alguien. Soy ingeniero e investigador profesional, y por tanto en mí mismo coexisten intensamente las contradicciones del mundo actual. Como ingeniero soy un mecanicista extremo, pero como investigador soy a la vez un tenaz defensor tanto del método científico como del empleo de la desconfianza como estrategia de búsqueda por parte de aquél que desea aprender y que no cree ni que todo lo sepa ni que nada sea la solución final a cualquier duda planteada. Como podréis comprobar la aplicación del método científico y la búsqueda desconfiada a mis preguntas vitales, también a mí, me ha llevado a un terreno de nadie, a un vacío de conocimiento, que al final de este ensayo trataré de ponerle nombre y apellidos.
Es curioso comprobar cómo el ser humano occidental lleva miles de años manoseando los mismos conceptos y las mismas dudas una y otra vez, porque esa dicotomía entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande ya estaba presente cuando allá por el siglo V antes de Jesucristo las escuelas atomista, platónica y aristotélica de la Grecia antigua se enzarzaron en arduas disquisiciones sobre el origen último de la materia y su forma.
De la mano del método científico[4] y huyendo de una interpretación puramente filosófica de la vida y el universo, el hombre moderno parece haber recorrido un camino de ida y vuelta, ya que observando y tratando de explicar lo grande (fundamentalmente el cosmos) se topó con la física newtoniana, la cual le llevó a adentrarse en la estructura de la materia hasta que a partir de un cierto límite los fundamentos de esa física ya no le valieron más, dando lugar a la aparición de la Física Cuántica, la cual no sólo desmiente completamente a aquella[5],[6] sino que, además, enfrenta al mundo científico al campo de la mente y más concretamente al de la conciencia[7].
Una de las cosas que la Física Cuántica parece demostrarnos reiteradamente, que es lo que los físicos ni quieren aceptar ni, por supuesto, enseñar[8]; es que es la observación CONSCIENTE (la “intención”) la que crea la realidad física observada.
En este sentido, la Física Cuántica con sus reiterados experimentos parece recrearse en desmontarnos nuestros postulados científicos más sólidos, aquellos que conforman las creencias del ser humano del siglo XX respecto de la composición y comportamiento de la materia. Porque… ¿A quien le podría parecer admisible que:
      ·   Un objeto (aunque sea tan diminuto como una partícula sub-atómica) pueda estar en dos sitios A LA VEZ, o que
     ·  Lo que ocurre aquí y ahora pueda estar influido por lo que está ocurriendo al mismo tiempo a gran distancia (que da lugar a lo que se conoce como “no localidad”), o que
     ·    El “mundo de fuera” solo sea real cuando lo observemos (dando lugar a lo que se conoce como “problema de medición” en la Física Cuántica)?
Pero es un hecho innegable para cualquiera que se pare a estudiar con un mínimo de atención  los resultados de la ciencia durante el siglo XX que ésta ha demostrado EXPERIMENTAL y REITERADAMENTE que la realidad física de un objeto depende de cómo elijamos observarlo[9], lo que no hace sino demostrarnos que hemos llegado a un punto en el que el encuentro entre la Ciencia y la conciencia está servido[10]. Es el punto donde acaba la física y comienza la Metafísica, campo éste en el que los nos físicos pero con una comprensión general de los hechos experimentales (sobre los que no hay discusión) pueden tener una opinión tan válida como la de los físicos.
El problema es que con este encuentro se abre literalmente la “Caja de Pandora” ya que aceptado este encuentro no hay razones objetivas para negar los postulados y planteamientos más desbocados ya que si admitimos que la observación consciente configura la realidad de las partículas[11], ¿porqué no admitir lo mismo respecto de los restantes objetos con ellas construidos?.
Tras la inicial y “alocada” teoría de Planck[12] sobre los cuantos y el decisivo y primigenio apoyo de Einstein a la misma demostrando de forma fehaciente la naturaleza corpuscular de la luz (y con ello la dualidad partícula-onda de los fotones), a comienzos del siglo XX se abrió la puerta para el rápido, y a veces zigzagueante, desarrollo de la Física Cuántica. Las implicaciones de la nueva Ciencia fueron rápidamente comprendidas por Einstein quien no sólo fue el primero en impulsar sus comienzos sino en darse cuenta, con horror, de sus implicaciones filosóficas, negándose a aceptar lo que la nueva Ciencia parecía indicarnos[13]. Por eso ante la demostración experimental del “entrelazamiento cuántico” de las partículas[14] trató de denigrar a la nueva Ciencia tildándola de incompleta (cosa que también hace John Bell pero por otros motivos), denominando al citado entrelazamiento cuántico como “acciones fantasmales a distancia” y diciendo aquello de que “Dios no juega a los dados[15].
Los primeros tiempos de la Física Cuántica fueron claramente zigzagueantes ya que, por un lado, los  planteamientos cuánticos manifestados por Einstein en 1905 no fueron aceptados por el mundo científico hasta que en 1923 De Brouglie demostrase fehacientemente la naturaleza corpuscular de los fotones y la extensión de la naturaleza dual onda-partícula (las denominadas “ondículas” por un colega de Hesisenberg) al resto de la materia y, por otro, las implicaciones filosóficas y creenciales[16] de la nueva Ciencia, rápidamente vislumbrados por la mente genial de Einstein, no fueron aceptados por otros “padres” de la teoría cuántica como Bohr, Heisenberg y Born quienes propusieron  en 1927 lo que se vino en denominar la “interpretación de Copenhague”[17], que no era sino una forma de hacer frente a dichas implicaciones tratando de buscar una coexistencia de compromiso entre ambas formas de física: la cuántica y la newtoniana. Esta interpretación, basada en los aspectos prácticos de la física sin preocuparse en explicar significados más profundos, a muy pocos gustó, entre ellos a al propio Einstein, quien la tildó de “derrotista” aduciendo que él acudió a la física para descubrir lo que pasa realmente y conocer “los pensamientos de Dios”, y a Schrödinger[18], quien en 1935 y para dar a entender que la teoría cuántica era absurda planteó una metáfora conocida como “Paradoja del gato de Schrödinger”, una forma un tanto divertida de reducción al absurdo  y que mostraba las paradojas e interrogantes a los que abocaba la física cuántica.
De la enorme perturbación que supuso la aparición de la nueva Ciencia da prueba el que el mismo Einstein reconociera en sus escritos que “le dedicó muchas más horas de reflexión a la Teoría Cuántica que a su Teoría de la Relatividad” que, como sabemos, revolucionó el concepto de espacio y tiempo. De hecho, incapaz de aceptar tan perturbadora e ilógica teoría, propuso en 1935 las bases de un experimento que permitiría demostrar que la Cuántica era una teoría incompleta, experimento conocido como la “paradoja EPR” (Einstein-Podolsky-Rosen).
Desde su formulación en 1935, la paradoja EPR tuvo en jaque a todos los físicos cuánticos, dejando parcialmente en suspenso los desarrollos de la nueva disciplina (ya que no se sabía si era falsa), hasta que en 1965 John Bell propuso una teoría (desigualdad de Bell) que, de confirmarse experimentalmente, permitía demostrar si la teoría cuántica era completa y cierta y con ello si realidad y separabilidad debían ir de la mano. Clauser (1973) fue el primero (posteriormente Alain Aspect, en 1983, reafirmó los resultados de Clauser) en contrastar experimentalmente la formulación de la “desigualdad de Bell” confirmando con ello que nuestro mundo no puede tener a la vez realidad y separabilidad y, con ello, que la teoría cuántica es correcta. De hecho los experimentos de Clauser probaron que las propiedades de los objetos en nuestro mundo tienen una realidad creada por la observación o que existe una conectividad universal o ambas cosas. Con ello se demostró que nuestro mundo es de todo menos razonable y que, por ello, la física cuántica requiere una noción de la realidad substancialmente diferente de la manejada en física clásica[19].
La demostración de la corrección de los postulados de la teoría Cuántica y la demostración de que esta teoría era altamente eficaz en la predicción de los sucesos del reino subatómico son los que han alimentado los sueños y propiciado finalmente el encuentro entre la Ciencia y la Con-ciencia (el largo camino del método científico nos ha llevado sin grandes revoluciones a enfrentarnos a la Conciencia).
Pero reparemos en un “pequeño” y adicional detalle: la Física Cuántica sigue trabajando con partículas, como si estas existieran en realidad[20]. Pero…¿existen realmente?.
La compañera de viaje de la teoría cuántica, la Física de Partículas, no es sino un alocado y carísimo intento de encontrar la “partícula última de la que se deriva todo” (lo cual suena a atomismo y mecanicismo puro y duro), un tratar de buscar lo que no es vacío[21], un tratar de hallar un mecanismo que dé fundamento y explicación a la masa del Universo[22],[23] (recordemos que lo fotones carecen de masa). No es difícil darse cuenta de que esa “partícula última”, también llamada “la partícula de Dios” o  “bosón de Higgs”, es ahora el último bastión del mecanicismo al que se enfrentan un nutrido grupo de científicos de vanguardia.
Recientemente la prensa nos ha comunicado que parece que  mediante colisiones de alta energía los científicos han encontrado trazas de la misma que les hace sospechar que se puede encontrar en una determinada zona del espectro y por ello andan todos alborozados porque de no encontrarla los científicos no tendrían posibilidad de explicarse cómo aparece la masa y habría que admitir que el Universo es más complicado de lo que parece y que se resiste a nuestro mecanicismo, a nuestro intento de comprensión y modelización racional; lo que de producirse nos enfrentaría al hecho de la materia no sería sino una expresión de una agrupación energética[24] de la que poco o nada sabemos, incluyendo en esta denominación de “energética” a la información pues ya hay Físicos cuánticos que, como Vlatko Vedral, mantienen que todo es información (consideran que la información es una forma primaria de energía).
Con todos estos hallazgos y postulados de la extraña Mecánica Cuántica y la no menos extraña Física de Partículas, cada vez vemos más claro que se están generando las bases para el definitivo e inmediato encuentro entre Ciencia y Con-ciencia, encuentro que ya es patente que se está produciendo en el inconsciente de los científicos y, por eso, incapaces de manejarlo por el momento, éstos se han concentrado obsesivamente en los aspectos prácticos, predictivos y útiles de su teoría abandonando (y denigrando, porqué no decirlo) todo interés por explicar lo que sus propios modelos y hallazgos parecen indicarnos[25]. Es decir, en el mundo de la Ciencia se ha extendido un modo práctico, pero muy neurótico, basado en  usar la mecánica cuántica y las partículas pero no en pensar en sus consecuencias. De hecho a los físicos cuánticos no les gusta nada que se les enfrente a las consecuencias filosóficas de sus teorías, reaccionando, como es lógico, con ira.
El hecho de que el conjunto de la materia tenga a la vez  comportamiento de partículas y de ondas (ocupando, pues, todo el espacio) nos enfrenta a un escenario “no local” en el que la energía en todas sus manifestaciones (léase también información) lo es todo. En ese espacio la “intención”, la consciencia, como portadora de una información local puede generar cambios energéticos en el mundo “no local” al que también pertenece que, si son significativos, pueden generar cambios en su expresión como partículas, en la materia. Estamos pues, ante el “poder de la intención”, tan admirablemente analizado en cuanto a sus efectos en el mundo visible por Lynne McTaggart (El experimento de la intención) para quien sanadores, chamanes, médicos cuánticos, sacerdotes y amigos, en tanto portadores de intención focalizada, estable y amorosa,  podrían actuar en nuestro favor. En este contexto los “Campos mórficos” de Rupert Sheldrake, los registros akhasicos de Bésant o la famosa “alma” aristotélica tienen una perfecta vigencia y posible explicación no esotérica.
Pero la “no localidad” es un concepto que no resulta tan chocante paras nuestros jóvenes ya que los actuales fenómenos del Whatsapp, o de los procesos “en la nube” les hacen sentir que hay un espacio indefinido y a veces imposible de explicar al que lanzas y del que recibes información. El problema radica en que la falta de comprensión de estos procesos lleven a una falta de atención a los procesos vitales más inmediatos convirtiendo en realidad la profética cita de Albert Einstein de que "Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad"[26],[27].

Foto. Una tarde de amena charla entre amigas tomando un café en “la nube”

Respecto del empleo práctico de las ”acciones fantasmales a distancia” en el mundo, por ejemplo, de la sanación[28] y la crítica de inoperancia que el sector científico hace respecto de las sanaciones a distancia es necesario apuntar que, tal y como ha demostrado Lynne McTaggart en su revisión de los trabajos científicos basados en el empleo de la intención, no todo el mundo es capaz de producir cambios en la naturaleza de las cosas y en su devenir. Para mí esto es así porque Intención (que es lo que necesita el mundo cuántico para revelarse) no es sinónimo de deseo ya que la primera es una forma amorosa de energía pura y sin expectativas (y por ello de altísima frecuencia)[29] y el deseo mucho me temo que está impregnado de expectativas racionales y por lo tanto es de baja frecuencia.
Pero una vez entendida la tramoya del desarrollo científico del siglo XX nos preguntamos: ¿de qué nos sirve realmente, que nos aporta, que encuentren el origen de la masa de la materia?. Desde un punto de vista mecanicista y tecnológico probablemente de mucho pero apréciese que esto no nos explicaría el origen mismo de la vida, estaríamos realmente en la misma situación que cuando allá por el año 380 a.C. Platón y Aristóteles filosofaban sobre si el origen de la vida y las formas visibles (el impulso vital) se situaba en el plano trascendente (las Ideas que Platón las ubicaba en la mente de Dios)  o en el material (el Alma aristotélica). Si algo ha demostrado el desarrollo científico es que por interesantes e impactantes que sean sus hallazgos, no bastan para dar un sentido a la existencia del ser humano, llegando a ser, incluso contraproducente llegados a un cierto límite ya que se trata de una dispersión sin fin en el detalle. Por eso hay muchos que mantienen que la Ciencia no niega en absoluto a Dios, al mundo trascendente, sino que, al contrario, lo pone en primera fila del debate[30],[31].
Llegados a este punto ya poco más puedo decir salvo una reflexión final respecto de lo que todo esto significa para mí. Yo creo que Occidente con su largo, pero económicamente muy provechoso (porque mientras indagaba sobre la materia y sus procesos fue capaz de poner en práctica descubrimientos que han cambiado la faz de la Tierra) discurrir por el método científico y Oriente con su cuasi-desprecio por la materia (con su correspondiente efecto secundario de falta de desarrollo económico y tecnológico) y concentración en los procesos mentales han llegado a un mismo punto: que tanto desde la materia como desde la mente no puede entenderse qué es realmente la vida. Pero ambos discurrires, ampliamente permeabilizados a día de hoy, nos han permitido conocer lo que “no es” y como dice Krishnamurti “saber lo que una cosa no es, es a menudo tan importante como saber lo que no es[32].
Por tanto, ¿dónde estamos?, pues para mí estamos no en la ignorancia del que nada sabe porque nada se pregunta, sino en la sabiduría del SE QUE NO SE, y para mí este punto es el punto de la “iluminación”. Quizá no queramos inconscientemente darnos cuenta (y por eso hay tanta violencia cuando se trata de desmontar las falsas creencias que conforman nuestro inconsciente y aglutinan el mundo de hoy) de que seguimos sin saber nada respecto del “orden implicado”, ese que hay tras este decorado que es la vida, y del que tanto la ciencia como la mente nos dicen claramente: NO SE DARTE LA EXPLICACIÓN QUE ME PEDÍAS Y QUE TANTO TE PREOCUPA.   Mientras esperamos en el vacío del “Se que no se” empezamos a actuar bajo la inspiración de algo que está mucho más allá de nosotros y que nos hace sentir que siempre hemos sabido y que realmente no era necesario saber nada (Escuchar a Fito Fittipaldi cuando dice eso de que “aprendes que había lecciones que no era necesario aprender”).
Cientos de frases, de citas, de apuntes adicionales bullen en mi cabeza pero aquí lo dejo so pena de emborronar el mensaje. Tan solo quiero acabar citando la frase final de la película Casablanca en la que el protagonista dice aquello de "este es el comienzo de una gran amistad". Hagámonos, pues, amigos de la vida que sus enseñanzas son únicas y no pretendamos ver más allá de lo que vemos, que en este plano no toca y que la verdad se nos irá revelando a su debido tiempo….

Juan I. Fernández-Golfín Seco
Septiembre 2012

Para aquellos que, pese a las advertencias, quieran leer más, estos son algunas de mis lecturas recomendadas.
·  David Bhom. “La totalidad y el orden implicado”. Editorial Kairós. Colección: Nueva Ciencia. ISBN:9788472451780
·   Vlatko Vedral. “Descodificando la realidad: el universo como información cuántica”. Editorial Intervención cultural. ISBN: 9788492616930
·      Lynne McTaggart. “El experimento de la intención”. Editorial Sirio. ISBN 9788478085774.
·      Rosenblum y Kuttner. “El enigma cuántico”. Editorial Tusquets. ISBN 9788483834237
·      Schrödinger. “¿Qué es la vida?”. Editorial Tusquets. ISBN 978-84-7223-607-3
·      Goswami. “Ciencia y Espiritualidad”. Editorial Kairos. ISBN 9788472458994
·      Goswami. “La Fisica del Alma”. Editorial Obelisco. ISBN 9788497775069
·      Tart, Goleman, Dossey, Achterberg, Russell. La espiritualidad a debate: El estudio científico de lo trascendente”. Editorial Kairós. ISBN 9788472457461
·   Sheldrake. “La presencia del pasado. Resonancia mórfica y hábitos de la Naturaleza”. Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-223-7
·      Capra. “El Tao de la Física” Editorial Sirio. ISBN 9788478081752





NOTAS

[1] La Física cuántica es una rama relativamente reciente de la Física que estudia lo más pequeño, es decir, la materia a escala atómica. El término "Mecánica cuántica” fue utilizado como tal por vez primera de la mano de Max Born en 1924, aunque ya estaba implícito en el trabajo de Max Planck de 1900 al denominar quantum a los paquetes de energía discreta que intercambiaban entre sí los electrones y que hoy sabemos que constituyen los fotones. Ahora bien es necesario ser justos y claros al respecto ya que quien realmente  sentó las bases para la creación de la física cuántica fue el famoso físico Albert Einstein, al postular  la naturaleza corpuscular de la luz (con una gran oposición intelectual por parte de los científicos del momento ya que poco antes, en 1881, Young había confirmado fehacientemente la naturaleza ondulatoria de la luz y de ahí que se negaran a la nueva y controvertida evidencia). De hecho, en 1918 Einstein fue galardonado con el Premio Nobel de Física “por su papel jugado en el avance de la física con el descubrimiento de la teoría cuántica” aunque el tema de la naturaleza corpuscular  de la luz (los fotones) no fuera aceptado hasta 1923.
Hemos de ser conscientes de que la Física Cuántica surge a comienzos del siglo XX ante la imposibilidad de la mecánica clásica (la newtoniana) para explicar satisfactoriamente los fenómenos de radiación a escala sub-atómica. Una de las características fundamentales de esta nueva rama de la Física es que a nivel sub-atómico las partículas deben ser estudiadas considerando su comportamiento en términos probabilísticos ya que las partículas en estudio son tan pequeñas, que el solo hecho de observarlas las altera (ya que para observarlas se debe "interactuar" de alguna manera con ellas, lo cual tiene a esa escala un efecto sobre su trayectoria o comportamiento), por lo que no se puede conocer con exactitud en términos clásicos, por ejemplo, su posición y velocidad al mismo tiempo (lo que no es sino la expresión del principio de incertidumbre de Heisenberg, otro de los pilares de esta rama de la Física y el origen de las famosas “variables ocultas” de la mecánica cuántica, de las acciones fantasmales a distancia que diría Einstein). De este estudio probabilístico surgen las ecuaciones de onda (que son funciones de probabilidad)  en donde las variables para definir el comportamiento Y POSICIÓN de estas partículas se expresan en términos de probabilidades, lo que se conoce a su vez como incertidumbre.
La Física Cuántica, por tanto, presenta dos pilares fundamentales: 1.- Que las partículas sub-atómicas intercambian energía o "paquetes" en múltiplos enteros llamados quantum (literalmente cantidad) de energía, y 2.- que la posición de una partícula se define por la descripción de la probabilidad de que aquella partícula se sitúe en esa posición y en ese mismo instante.
Hemos de darnos cuenta de que  gran parte de las impactantes conclusiones de la Teoría cuántica respecto de la naturaleza de la materia aparecen como consecuencia de la incorporación del concepto de probabilidad en el proceso de descripción de las partículas y del mundo sub-atómico.
No creamos que la física cuántica es algo simplemente esotérico ya que sus principios son utilizados en ámbitos tan diversos como la electrónica, la tecnología médica (radiología, cirugía láser), la criptología (claves de seguridad), la astronomía, etc..

[2] La Física de partículas es la rama de la Física que estudia los componentes elementales de la materia y las interacciones entre ellos (es la continuación de los postulados de la Escuela atomista griega).  Se conoce a esta rama de la Física también como Física de altas energías, debido a que muchas de las partículas se las puede ver sólo tras grandes colisiones entre ellas provocadas en los aceleradores de partículas donde se liberan altísimas energías.

[3] En esto TAMPOCO soy original ya que Planck en 1918 decía al recibir el Premio Nobel: "Siempre he considerado la búsqueda de lo absoluto como la meta más elevada de toda la actividad científica, ... y me puse a trabajar con pasión".

[4] El método científico postula que las teorías científicas deben aceptarse o rechazarse únicamente sobre la base de pruebas experimentales. El método fue formulado por vez primera por Galileo como forma de hacer comprender lo acertado de la teoría heliocéntrica de Copérnico  y de defenderse de las acusaciones de la Iglesia de entonces. No obstante, el actual método científico es imposible de entender sin el impulso transmitido por la incomparable aplicación práctica del mismo por parte de Newton  y  el pensamiento y obra de Descartes.

[5] En el fondo lo que este enfrentamiento inicial ponía de manifiesto era la existencia de dos visiones de la materia y de sus procesos totalmente contrapuestas: la determinista (defendida por la física newtoniana) y la no determinista (la probabilista defendida por la Física cuántica). Ambas eran aproximaciones radicalmente distintas, que producían visiones del universo totalmente divergentes. Bohr (físico cuántico), de hecho, lo que puso claramente de manifiesto era que la visión fragmentadora de la física clásica (consistente en reducir los problemas en sus componentes básicos) no es válida en el entorno cuántico ya que en este entorno las partículas se comportan relacionadamente mediante un sistema que no es divisible en componentes y que, por ello, actúa como un todo. Por ello lo que Bohr parecía sugerir es que en el entorno cuántico no hay un concepto definido de materia ya que no hay partes sino que “todo es un todo”. Esta última visión se parece muchísimo al concepto de vacuidad budista según el cual nada tiene una existencia intrínseca per se sino relacional. En la teoría cuántica el objeto no tiene identidad objetiva, por sí mismo (inexistencia, vacuidad). Es el observador el que le confiere existencia ubicándolo en un sitio de su función de onda. De ahí que antes de la observación un objeto pueda SIMULTÁNEAMENTE existir y no existir en todos los sitios comprendidos dentro del espacio definido por su función de onda (concepto de superposición). En la teoría cuántica NO hay partícula aparte de su función de onda por eso puede estar en todos y en ninguno de los puntos. Por eso P. Jordan dice que “Las observaciones no solo perturban lo que se va a medir, sino que lo producen”. La interpretación de Copenhague presume que allí donde una propiedad de un objeto microscópico afecta a un objeto macroscópico, la propiedad es “observada” y se convierte en una realidad física.  John Wheeler decía que “Ninguna propiedad microscópica es una propiedad hasta que es una propiedad observada”, lo cual viene a expresar que los objetos microscópicos mismos no son cosas reales.

[6] David Bohm (La totalidad y el orden implicado), otro físico cuántico, mantiene que la constatación de que el indeterminismo es una propiedad fundamental de la materia a nivel cuántico lo único que puede estar expresando es el desconocimiento de las variables ocultas que actúan a nivel sub-cuántico y que el conocimiento y posterior modelización de la actuación de estas variables ocultas podría introducir cierto grado de determinismo al mundo cuántico. Por ello este físico mantiene la existencia de un “Orden implicado” que opera más allá de la materia y que daría sentido a lo que observamos.de alguna forma es lo mismo que mantiene John Bell cuando afirma que la teoría cuántica está incompleta porque está falta de un salto imaginativo que la haga “lógica1 y comprensible.

[7] Debo aquí incluir una reflexión que me ronda por la cabeza desde hace tiempo. Parece como si la naturaleza respondiese a cada forma de preguntarla, de forma y manera que sólo cuando haces la pregunta correcta con la intención adecuada obtienes la respuesta correcta. Es curioso comprobar cómo los grandes descubrimientos científicos aparecen accidentalmente (Newton y la gravedad, Fleming y la penicilina, Planck y los cuantos, Einstein y la naturaleza corpuscular de la luz…) de la mano de personas que, sin embargo, trabajaban con extraordinaria intensidad y curiosidad. Choca al lector curioso el hecho de que la gran mayoría de las veces las respuestas llegan a personas de fuerte personalidad, altamente controvertidas, con una seguridad interna a prueba de bombas, quizá poniendo de manifiesto que esa fe interna y esa intensidad en la búsqueda (la confianza defendida por Alex Rovira) sean las llaves que abren la puerta de la habitación de las respuestas. Para mí esto pone de manifiesto que la realidad se manifiesta de una forma concreta tras una forma de observar consciente y concreta (¿no es esto lo que llamamos “intención”?¿no es lo que nos decían de “pedid y se os dará, buscad y hallaréis”?).

[8] Muchos físicos cuánticos se quejan de que su teoría se ha prestado y ha dado pábulo a muchas interpretaciones pseudo religiosas, lo cual es rechazado por la comunidad científica en general ya que la incertidumbre o expresión probabilística del comportamiento de las partículas a escala muy pequeña, tiene por supuesto relación con el hecho de intentar "observarlas", pero no quiere decir para ellos que el observador cree su propia realidad debido al nexo que hay entre él y la materia a esta escala. Para los físicos cuánticos; esta es una interpretación bastante distorsionada del fenómeno, lo cual no quiere decir que en algún momento la mecánica cuántica no pueda aportar luz sobre fenómenos que aún no tienen una explicación satisfactoria desde el punto de vista científico más clásico. De hecho, muchos físicos se quejan reiteradamente que muchos autores de libros del tipo de "auto ayuda" se escudan en el poco conocimiento que existe sobre el tema para el lector común y en su complejidad, para apoyar o justificar de manera "científica" sus aseveraciones sobre la realidad que en verdad, para ellos, no tienen base o justificación. No obstante, es necesario decir para que el lector cree su propio juicio que otros físicos cuánticos (léase el libro de Rosenblum y Kuttner de El enigma cuántico) admiten abiertamente su extrañeza por las conclusiones sobre la realidad a las que parecen arrastrarnos los tozudos resultados de los experimentos cuánticos.

[9] Entiéndase aquí que desde 1923 los físicos ya han aceptado que, según el experimento elegido, tanto la materia como la luz podían manifestarse como paquetes compactos o como ondas extensas. Aunque muy pocos se molestaban en intentar comprender esta aparente contradicción. El primero en abordar el significado fue Schrödinger (su falta de miedo a este análisis seguro que se deriva del hecho de que era seguidor del misticismo Vedanta y, por ello, significaba uno de los primeros encuentros entre ciencia y conciencia).

[10] De alguna forma pone de manifiesto la necesidad de recuperar el poder que une al que mira con lo que mira, poder que un día tuvimos y que perdimos. Para ello se hace necesario recuperar la vista, generar el gran salto imaginativo citado por John Bell.

[11] De hecho, según Rosenblum y Kuttner, la aparente limitación de la Física cuántica a los objetos diminutos es un problema puramente tecnológico, siendo aplicable al conjunto de la materia, por mucho que la interpretación de Copenhague mantuviera lo contrario.

[12] Es difícil darse cuenta en la actualidad hasta qué punto esta “alocada” teoría era realmente alocada en aquél momento. Esta formulación “por escalones energéticos” rompía completamente con la vigente visión de la continuidad de los procesos físicos y del movimiento, introduciendo una visión discontinua de los mismos. Hoy en día esta visión ya no es tan sorprendente pues estamos acostumbrados a ver cómo cuando hacemos zoom sobre una línea que se aprecia como recta en la pantalla de ordenados ésta se convierte en escalonada (se pixela). => ¿apreciáis cómo las creencias configuran nuestra “normalidad”, nuestro “mundo lógico”? .

[13] Dado que la Física newtoniana alimenta nuestra actual forma de ver la materia y, por tanto, la vida; lo que nos está diciendo la Física cuántica es que no podemos hacer caso a nuestros sentidos, a la manera con la que “sentimos la vida”.

[14] El término fue introducido en 1935 por Erwin Schrödinger para describir un fenómeno de mecánica cuántica que se demuestra en los experimentos pero que no se ha comprendido del todo. En este caso las partículas entrelazadas no pueden definirse como partículas individuales con estados definidos sino más bien como un sistema. Es un fenómeno cuántico, sin equivalente clásico, en el cual los estados cuánticos de dos o más objetos se deben describir haciendo referencia a los estados cuánticos de todos los objetos del sistema, incluso si los objetos están separados espacialmente (vamos, que lo que le pasa a uno le pasa a todos).

[15] Einstein estaba convencido de que tenía que haber una explicación determinista subyacente. En el fondo la actitud de Einstein se parece muchísimo a la que la Iglesia tuvo en su momento con  Galileo ya que si Einstein denigró la nueva teoría porque tenía que estar equivocada al contravenir la lógica científica de su época, la iglesia denigró la teoría y los resultados experimentales de Galileo ya que tenían que estar equivocados pues contravenían la filosofía aristotélica (cosmogónica y del movimiento) imperante en el momento. Es este acto de crítica feroz por parte de la Iglesia a Galileo el que propició la aparición del método científico ya que para defenderse, Galileo no sólo planteó experimentos que demostraban que estaba en lo correcto sino que manifestó aquello de que “El único criterio para el juicio  científico es la demostración experimental”. De este modo tan “sutil” Galileo creó un modus operandi  para el futuro de la Ciencia y conmovió los pilares de la Iglesia, las religiones y las creencias ya que los postulados de  las religiones e, incluso, de las filosofías en general no son comprobables con resultados que puedan exponerse objetivamente… “Si eres bueno iras al cielo”….¿si? ¿estuviste allí?... cuenta, cuenta….

[16] Lo que la teoría cuántica viene a postular es algo absolutamente ilógico y carente de razón ya que el mundo que nosotros calificaríamos de razonable es aquél en el que los objetos son reales, están separados entre si y tienen propiedades reales independientes del observador, aunque de momento ocultas para la ciencia. En este mundo razonable los objetos se afectarían los unos a los otros únicamente mediante fuerzas de tipo físico. Por eso el mundo newtoniano era tan razonable y Newton tuvo tanto éxito con sus teorías, ya que nos creó un modelo de la realidad muy razonable para la mente humana. Pues bien, ante esta imagen tan sumamente razonable, lo que viene a postular la teoría cuántica es que nuestro mundo no tiene realidad y separabilidad al mismo tiempo, o lo que es lo mismo: que la observación crea la realidad. Mentes tan lógicas como Einstein y Schrödinger simplemente no podían aceptar esto y por ello afirmaban una y otra vez que si la teoría cuántica describía un mundo así era porque había variables desconocidas ocultas (Einstein) o que la naturaleza nos quería decir algo que no estábamos captando y a lo que había que prestar atención (Schrödinger) y no ignorarlo (Bohr).

[17] La interpretación de Copenhague era un intento desesperado por conseguir que los hallazgos en el dominio cuántico no afectasen a nuestra visión newtoniana de los sucesos macroscópicos. La IC considera dos dominios: el macroscópico clásico de los instrumentos de medida, regido por las leyes de Newton; y el microscópico cuántico de los átomos y las partículas, regido por la ecuación de Schrödinger. Según esta interpretación lo único que el físico debe hacer es analizar y registrar el comportamiento de los aparatos de laboratorio sin preocuparse de buscar significados más profundos (describir el comportamiento no justificarlo) y, por ello, como nunca se trata directamente con los objetos cuánticos del dominio microscópico no tendremos porqué preocuparnos por su realidad o irrealidad física.  Es, en suma, afirmar que la ciencia no puede revelar un mundo real más allá de lo observado. Por ello, la IC suele adoptar el punto de vista simplista de que sólo las propiedades observadas  (en el sentido que afecta a un objeto macroscópico) de los objetos microscópicos existen (estaríamos, pues, más ante una descripción cuántica abstracta de la materia que ante una teoría explicativa de su naturaleza y composición, lo que constituye en esencia la visión defendida por Bohr). Según este punto de vista, los objetos a escala atómica existen sólo en algún domino abstracto (en el ámbito probabilístico), no en el mundo físico. La teoría cuántica propugnada por la IC establece, pues, que los átomos y las moléculas no están en ninguna parte hasta que nuestra observación los crea allí donde los detectamos (Heisenberg diría que los objetos microscópicos no son reales sino que son meras potencialidades). Existen físicos para los que esta solución adoptada por la IC es aberrante ya que describir el mundo cuántico como compuesto de entes irreales  y abstractos y, sin embargo, aceptar como reales a los objetos hechos con átomos es algo que, para estos críticos, no resiste el más mínimo análisis. Bien, pues lo sorprendente es que esta descripción del mundo cuántico es la que lleva a las predicciones más infalibles respecto de su comportamiento y lo que las(¿?).

[18] Schrödinger fue el primero en formular matemáticamente la mecánica ondulatoria, proponiendo una elegante y ampliamente empleada formulación matemática que se enfrentaba a la visión matricial de Heisenberg. Por ello recibió el premio Nobel de Física en 1933. Su metáfora sobre el gato era una boutade para dar a entender que era evidente que la naturaleza estaba intentando decir algo y que la Interpretación de Copenhague venía a pedir que no se la escuchara.

[19] Esto “justifica” en cierta medida porqué los cuarentones y cincuentones tenemos un mundo creencial más determinista y porqué son los jóvenes los impulsores de una nueva forma de ver las cosas, haciendo con ello cierta la manifestación de Max Planck, que decía eso de que “"Una nueva verdad científica no suele imponerse convenciendo a sus oponentes sino más bien porque sus oponentes desaparecen paulatinamente y (son sustituidos por) una nueva generación familiarizada desde el principio con la (nueva) verdad."

[20] De hecho, la mecánica cuántica tiene una fascinante pero incomprensible forma de describir la materia ya que mantiene que toda partícula, todo objeto, es su función de onda, su movimiento interno (véase que estamos repitiendo en cierta medida los postulados de Demócrito, de la escuela atomista griega, según la cual el movimiento interno definía la densidad de la materia). Por eso para Schrödinger  un objeto en movimiento es un paquete de ondas que viaja y su función de onda es realmente la ecuación universal del movimiento, siendo la de Newton simplemente una aproximación para los objetos grandes.
La función de onda tiene naturaleza espacial y caracteriza una región del espacio que define la probabilidad de que el objeto se encuentre en dicho espacio, no que esté en él (esto presupondría su existencia independiente). Esto es así porque para la mecánica cuántica el concepto de probabilidad no presupone la existencia del objeto (como sí lo hace la probabilidad clásica). Por eso en la mecánica cuántica se dice que la observación “colapsa” la función de probabilidad en un punto, en el que ha sido observado el objeto. Esto puede ser interpretado como que la observación de que un objeto está en un cierto sitio ha creado su presencia en él (véase que se define la materia en función del concepto de probabilidad). Por eso Pascual Jordan (uno de los artífices de la teoría cuántica) dice que “las observaciones no sólo perturban lo que se mide, sino que lo producen”.

[21] Hasta el momento presente lo que los físicos han  encontrado no es sino vacío, ya que todas sus partículas, como el electrón y átomo mismo, no son sino formas de expresión de la energía vibratoria (se ocupa un volumen que cuando se analiza no tiene nada pero que en tanto es volumen actúa como partícula). Lo curioso en este punto es darse cuenta de que NADIE sabe lo que realmente vibra, así que cuando se dice que un electrón vibra, ¿qué vibra?.

[22] Robert Aymar, el Director del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) dice en una magistral entrevista “Sencillamente aplicamos la ley de Einstein: la energía se transforma en masa (las partículas) y ésta, en energía de nuevo. En las colisiones a energía suficientemente alta se producirán nuevas partículas, incluida, tal vez, una especial que estamos buscando. El problema es que no entendemos el proceso que genera la masa de todas las cosas, y esa partícula que buscamos, el bosón de Higgs, puede ayudarnos a explicarlo”. La partícula que se busca (el bosón de Higgs) es un tipo de partícula de alta masividad que generaría con su interacción la masa en las otras partículas.

[23] Álvaro de Rújula, ex director del Departamento de Física Teórica del CERN, en una no menos magistral entrevista dice textualmente: “Todos estamos hechos de tres tipos de partículas: electrones, y otras dos que son el quark up y el quark down. Quizás no se note, pero es evidente que es así. Si estamos aquí sentados tranquilamente, eso quiere decir que no estamos flotando por el aire. Y para eso hay dos motivos: el primero es que estamos inmersos en algo que no se ve, pero que existe, que es el campo gravitatorio de la Tierra, que es el que tira de nuestra masa y nos sienta en la silla; y el otro es que tenemos masa. ¿Y por qué tenemos nosotros, y las partículas elementales que nos componen, esa propiedad que se llama masa? Pues resulta que no la tenemos porque sí, sino por una razón que podríamos llamar "ambiental". Las partículas elementales tienen masa porque están sumidas en otro campo, que tampoco se ve y al que llamamos el campo de Higgs, y que permea el vacío por completo”…//… “Resulta que el problema más profundo de la Física de partículas, y también de la Cosmología, que estudia el Universo en su conjunto, tiene que ver con el vacío. Y a pesar de todas nuestras hipótesis, no podremos estar seguros de nuestras ideas hasta que encontremos el bosón de Higgs, la partícula (presuntamente) responsable de la masa de todas las demás partículas. Pero el rol principal en esta cuestión lo juega el vacío”…//… “Hemos llegado a la conclusión de que el vacío es una sustancia, un campo fundamental que permea todo el Universo. Y si se sacude un campo fundamental, como es el vacío, entonces las vibraciones de ese campo, que son las partículas o cuantos, aparecen. El bosón de Higgs es la partícula del vacío, igual que el fotón es la partícula, o cuanto, de los campos electromagnéticos. Aunque la partícula desaparezca, aún queda su campo, que lo impregna todo”…//… “El verdadero descubrimiento sería no encontrar el Higgs, y tampoco nada que lo sustituya. Entonces sí que habríamos hecho un gran hallazgo, y tendríamos que ir a los políticos y decirles: "Eureka, no hemos descubierto nada, esto es un éxito fabuloso". Si lo descubrimos, estaremos constatando algo que ya sospechábamos. Si no, estaríamos ante algo completamente nuevo y fascinante”.

[24] ¿Una Forma aristotélica? ¿Una Idea platónica?, ¿Un campo mórfico de Sheldrake?.

[25]Cuando estás ante una dificultad, estás a punto de realizar un descubrimiento” (W. Thomson, Lord Kelvin).

[26] Cualquier padre sabe que ahora tenemos a los chicos “en la nube”.

[27] No es de desdeñar tampoco la advertencia de T. S. Eliot cuando dice eso de que ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?".

[28] Y la homeopatía, que no es sino “soñar” que el agua vehiculiza los aspectos energéticos de las plantas curativas, lo cual tampoco es muy distinto a los milagros curativos propiciados por las “aguas de luz” (Lurdes, Fátima, Montichiari, Madjugorje, San Damiano y un largo etcétera), analizados por la Dra, Ciccolo.

[29] Recordemos que en la “alocada” teoría de Planck la energía del cuanto (del fotón), la energía radiada, era el producto de la constante de Planck (h) por la frecuencia de la vibración. De esta forma, el estado cuántico de una partícula (y por extensión de la propia materia) queda definido por su modo de vibración (por su frecuencia interna de resonancia) y, por tanto, el cambio de estado se produce al cambiar su modo vibratorio (que es lo que hacen los sanadores, tanto del cuerpo como del espíritu, y la homeopatía). El cambio de estado hasta un estado de salud  se producirá, o no, en función de la energía introducida en el sistema y del estado de procedencia.

[30]Creo que mientras más a fondo se estudia la ciencia, más se aleja uno de cualquier concepto que se aproxime al ateísmo” (W. Thomson, Lord Kelvin).

[31] "Como hombre que ha dedicado su vida entera a la más clara y superior ciencia, al estudio de la materia, yo puede decirles que como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: No existe la materia como tal. Toda la materia se origina  y existe sólo por la virtud de una fuerza la cual trae la partícula de un átomo a vibración y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia." (Max Planck en su discurso al recibir el Nobel en 1918).

[32] Como dice Octavio Paz en el prólogo del libro de Carlos Castaneda Las enseñanzas de Don Juan, “Para ver la otra realidad hay que dudar de la realidad que vemos con los ojos”.