viernes, 26 de octubre de 2012

CIENCIA DE VANGUARDIA Y CON-CIENCIA: la pescadilla que se muerde la cola


"En el punto donde se detiene la ciencia, empieza la imaginación" (DE GAULTIER, JULES) 1858 - 1942



Antes de empezar con las elucubraciones a las que me ha llevado bucear por los logros de la ciencia y la filosofía, he de explicar el título de este pequeño ensayo. Para mí la ciencia con mayúscula, la ciencia de vanguardia, aquella que se lleva a cabo en las fronteras del conocimiento, no es otra sino la Física Cuántica[1], aunque complementada con la Física de Partículas[2].
Sé que muchos, yo mismo aunque quizá en otro momento, dirían que reducir toda la ciencia al binomio Física Cuántica-Física de Partículas (que dada su intimísima relación las encuadraré bajo la denominación genérica de mecánica cuántica) es llevar a cabo un reduccionismo exagerado, pero mi actual forma de pensar me lleva a mantener que no hay frontera del conocimiento más lejana, reto más arduo para la mente humana, que enfrentarse al origen y comportamiento último de la materia[3]. Por eso y por simplicidad expositiva cuando a partir de ahora hable de Ciencia (sí, ciencia con mayúscula) me estaré refiriendo a este sorprendente, enigmático y desconocido binomio de teorías físicas (cuyo deslinde es extremadamente difícil).
Para una mejor comprensión del texto por parte de iniciados y no iniciados en el mundo de la Física utilizaré notas para ampliar con contenidos técnicos los conceptos y razonamientos básicos que citaré en el cuerpo del texto. También he aprovechado estas notas para ampliar mis puntos de vista cuando se apuntan temas de gran calado o hitos en el razonamiento del mensaje que deseo transmitir.
Sé que muchísimo se ha escrito sobre el particular y, por ello, no pretendo ser original, solo didáctico. Por ello seguro que mucho de lo que digo ya ha sido dicho antes, solo espero que esta vez resulte más claro a alguien. Soy ingeniero e investigador profesional, y por tanto en mí mismo coexisten intensamente las contradicciones del mundo actual. Como ingeniero soy un mecanicista extremo, pero como investigador soy a la vez un tenaz defensor tanto del método científico como del empleo de la desconfianza como estrategia de búsqueda por parte de aquél que desea aprender y que no cree ni que todo lo sepa ni que nada sea la solución final a cualquier duda planteada. Como podréis comprobar la aplicación del método científico y la búsqueda desconfiada a mis preguntas vitales, también a mí, me ha llevado a un terreno de nadie, a un vacío de conocimiento, que al final de este ensayo trataré de ponerle nombre y apellidos.
Es curioso comprobar cómo el ser humano occidental lleva miles de años manoseando los mismos conceptos y las mismas dudas una y otra vez, porque esa dicotomía entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande ya estaba presente cuando allá por el siglo V antes de Jesucristo las escuelas atomista, platónica y aristotélica de la Grecia antigua se enzarzaron en arduas disquisiciones sobre el origen último de la materia y su forma.
De la mano del método científico[4] y huyendo de una interpretación puramente filosófica de la vida y el universo, el hombre moderno parece haber recorrido un camino de ida y vuelta, ya que observando y tratando de explicar lo grande (fundamentalmente el cosmos) se topó con la física newtoniana, la cual le llevó a adentrarse en la estructura de la materia hasta que a partir de un cierto límite los fundamentos de esa física ya no le valieron más, dando lugar a la aparición de la Física Cuántica, la cual no sólo desmiente completamente a aquella[5],[6] sino que, además, enfrenta al mundo científico al campo de la mente y más concretamente al de la conciencia[7].
Una de las cosas que la Física Cuántica parece demostrarnos reiteradamente, que es lo que los físicos ni quieren aceptar ni, por supuesto, enseñar[8]; es que es la observación CONSCIENTE (la “intención”) la que crea la realidad física observada.
En este sentido, la Física Cuántica con sus reiterados experimentos parece recrearse en desmontarnos nuestros postulados científicos más sólidos, aquellos que conforman las creencias del ser humano del siglo XX respecto de la composición y comportamiento de la materia. Porque… ¿A quien le podría parecer admisible que:
      ·   Un objeto (aunque sea tan diminuto como una partícula sub-atómica) pueda estar en dos sitios A LA VEZ, o que
     ·  Lo que ocurre aquí y ahora pueda estar influido por lo que está ocurriendo al mismo tiempo a gran distancia (que da lugar a lo que se conoce como “no localidad”), o que
     ·    El “mundo de fuera” solo sea real cuando lo observemos (dando lugar a lo que se conoce como “problema de medición” en la Física Cuántica)?
Pero es un hecho innegable para cualquiera que se pare a estudiar con un mínimo de atención  los resultados de la ciencia durante el siglo XX que ésta ha demostrado EXPERIMENTAL y REITERADAMENTE que la realidad física de un objeto depende de cómo elijamos observarlo[9], lo que no hace sino demostrarnos que hemos llegado a un punto en el que el encuentro entre la Ciencia y la conciencia está servido[10]. Es el punto donde acaba la física y comienza la Metafísica, campo éste en el que los nos físicos pero con una comprensión general de los hechos experimentales (sobre los que no hay discusión) pueden tener una opinión tan válida como la de los físicos.
El problema es que con este encuentro se abre literalmente la “Caja de Pandora” ya que aceptado este encuentro no hay razones objetivas para negar los postulados y planteamientos más desbocados ya que si admitimos que la observación consciente configura la realidad de las partículas[11], ¿porqué no admitir lo mismo respecto de los restantes objetos con ellas construidos?.
Tras la inicial y “alocada” teoría de Planck[12] sobre los cuantos y el decisivo y primigenio apoyo de Einstein a la misma demostrando de forma fehaciente la naturaleza corpuscular de la luz (y con ello la dualidad partícula-onda de los fotones), a comienzos del siglo XX se abrió la puerta para el rápido, y a veces zigzagueante, desarrollo de la Física Cuántica. Las implicaciones de la nueva Ciencia fueron rápidamente comprendidas por Einstein quien no sólo fue el primero en impulsar sus comienzos sino en darse cuenta, con horror, de sus implicaciones filosóficas, negándose a aceptar lo que la nueva Ciencia parecía indicarnos[13]. Por eso ante la demostración experimental del “entrelazamiento cuántico” de las partículas[14] trató de denigrar a la nueva Ciencia tildándola de incompleta (cosa que también hace John Bell pero por otros motivos), denominando al citado entrelazamiento cuántico como “acciones fantasmales a distancia” y diciendo aquello de que “Dios no juega a los dados[15].
Los primeros tiempos de la Física Cuántica fueron claramente zigzagueantes ya que, por un lado, los  planteamientos cuánticos manifestados por Einstein en 1905 no fueron aceptados por el mundo científico hasta que en 1923 De Brouglie demostrase fehacientemente la naturaleza corpuscular de los fotones y la extensión de la naturaleza dual onda-partícula (las denominadas “ondículas” por un colega de Hesisenberg) al resto de la materia y, por otro, las implicaciones filosóficas y creenciales[16] de la nueva Ciencia, rápidamente vislumbrados por la mente genial de Einstein, no fueron aceptados por otros “padres” de la teoría cuántica como Bohr, Heisenberg y Born quienes propusieron  en 1927 lo que se vino en denominar la “interpretación de Copenhague”[17], que no era sino una forma de hacer frente a dichas implicaciones tratando de buscar una coexistencia de compromiso entre ambas formas de física: la cuántica y la newtoniana. Esta interpretación, basada en los aspectos prácticos de la física sin preocuparse en explicar significados más profundos, a muy pocos gustó, entre ellos a al propio Einstein, quien la tildó de “derrotista” aduciendo que él acudió a la física para descubrir lo que pasa realmente y conocer “los pensamientos de Dios”, y a Schrödinger[18], quien en 1935 y para dar a entender que la teoría cuántica era absurda planteó una metáfora conocida como “Paradoja del gato de Schrödinger”, una forma un tanto divertida de reducción al absurdo  y que mostraba las paradojas e interrogantes a los que abocaba la física cuántica.
De la enorme perturbación que supuso la aparición de la nueva Ciencia da prueba el que el mismo Einstein reconociera en sus escritos que “le dedicó muchas más horas de reflexión a la Teoría Cuántica que a su Teoría de la Relatividad” que, como sabemos, revolucionó el concepto de espacio y tiempo. De hecho, incapaz de aceptar tan perturbadora e ilógica teoría, propuso en 1935 las bases de un experimento que permitiría demostrar que la Cuántica era una teoría incompleta, experimento conocido como la “paradoja EPR” (Einstein-Podolsky-Rosen).
Desde su formulación en 1935, la paradoja EPR tuvo en jaque a todos los físicos cuánticos, dejando parcialmente en suspenso los desarrollos de la nueva disciplina (ya que no se sabía si era falsa), hasta que en 1965 John Bell propuso una teoría (desigualdad de Bell) que, de confirmarse experimentalmente, permitía demostrar si la teoría cuántica era completa y cierta y con ello si realidad y separabilidad debían ir de la mano. Clauser (1973) fue el primero (posteriormente Alain Aspect, en 1983, reafirmó los resultados de Clauser) en contrastar experimentalmente la formulación de la “desigualdad de Bell” confirmando con ello que nuestro mundo no puede tener a la vez realidad y separabilidad y, con ello, que la teoría cuántica es correcta. De hecho los experimentos de Clauser probaron que las propiedades de los objetos en nuestro mundo tienen una realidad creada por la observación o que existe una conectividad universal o ambas cosas. Con ello se demostró que nuestro mundo es de todo menos razonable y que, por ello, la física cuántica requiere una noción de la realidad substancialmente diferente de la manejada en física clásica[19].
La demostración de la corrección de los postulados de la teoría Cuántica y la demostración de que esta teoría era altamente eficaz en la predicción de los sucesos del reino subatómico son los que han alimentado los sueños y propiciado finalmente el encuentro entre la Ciencia y la Con-ciencia (el largo camino del método científico nos ha llevado sin grandes revoluciones a enfrentarnos a la Conciencia).
Pero reparemos en un “pequeño” y adicional detalle: la Física Cuántica sigue trabajando con partículas, como si estas existieran en realidad[20]. Pero…¿existen realmente?.
La compañera de viaje de la teoría cuántica, la Física de Partículas, no es sino un alocado y carísimo intento de encontrar la “partícula última de la que se deriva todo” (lo cual suena a atomismo y mecanicismo puro y duro), un tratar de buscar lo que no es vacío[21], un tratar de hallar un mecanismo que dé fundamento y explicación a la masa del Universo[22],[23] (recordemos que lo fotones carecen de masa). No es difícil darse cuenta de que esa “partícula última”, también llamada “la partícula de Dios” o  “bosón de Higgs”, es ahora el último bastión del mecanicismo al que se enfrentan un nutrido grupo de científicos de vanguardia.
Recientemente la prensa nos ha comunicado que parece que  mediante colisiones de alta energía los científicos han encontrado trazas de la misma que les hace sospechar que se puede encontrar en una determinada zona del espectro y por ello andan todos alborozados porque de no encontrarla los científicos no tendrían posibilidad de explicarse cómo aparece la masa y habría que admitir que el Universo es más complicado de lo que parece y que se resiste a nuestro mecanicismo, a nuestro intento de comprensión y modelización racional; lo que de producirse nos enfrentaría al hecho de la materia no sería sino una expresión de una agrupación energética[24] de la que poco o nada sabemos, incluyendo en esta denominación de “energética” a la información pues ya hay Físicos cuánticos que, como Vlatko Vedral, mantienen que todo es información (consideran que la información es una forma primaria de energía).
Con todos estos hallazgos y postulados de la extraña Mecánica Cuántica y la no menos extraña Física de Partículas, cada vez vemos más claro que se están generando las bases para el definitivo e inmediato encuentro entre Ciencia y Con-ciencia, encuentro que ya es patente que se está produciendo en el inconsciente de los científicos y, por eso, incapaces de manejarlo por el momento, éstos se han concentrado obsesivamente en los aspectos prácticos, predictivos y útiles de su teoría abandonando (y denigrando, porqué no decirlo) todo interés por explicar lo que sus propios modelos y hallazgos parecen indicarnos[25]. Es decir, en el mundo de la Ciencia se ha extendido un modo práctico, pero muy neurótico, basado en  usar la mecánica cuántica y las partículas pero no en pensar en sus consecuencias. De hecho a los físicos cuánticos no les gusta nada que se les enfrente a las consecuencias filosóficas de sus teorías, reaccionando, como es lógico, con ira.
El hecho de que el conjunto de la materia tenga a la vez  comportamiento de partículas y de ondas (ocupando, pues, todo el espacio) nos enfrenta a un escenario “no local” en el que la energía en todas sus manifestaciones (léase también información) lo es todo. En ese espacio la “intención”, la consciencia, como portadora de una información local puede generar cambios energéticos en el mundo “no local” al que también pertenece que, si son significativos, pueden generar cambios en su expresión como partículas, en la materia. Estamos pues, ante el “poder de la intención”, tan admirablemente analizado en cuanto a sus efectos en el mundo visible por Lynne McTaggart (El experimento de la intención) para quien sanadores, chamanes, médicos cuánticos, sacerdotes y amigos, en tanto portadores de intención focalizada, estable y amorosa,  podrían actuar en nuestro favor. En este contexto los “Campos mórficos” de Rupert Sheldrake, los registros akhasicos de Bésant o la famosa “alma” aristotélica tienen una perfecta vigencia y posible explicación no esotérica.
Pero la “no localidad” es un concepto que no resulta tan chocante paras nuestros jóvenes ya que los actuales fenómenos del Whatsapp, o de los procesos “en la nube” les hacen sentir que hay un espacio indefinido y a veces imposible de explicar al que lanzas y del que recibes información. El problema radica en que la falta de comprensión de estos procesos lleven a una falta de atención a los procesos vitales más inmediatos convirtiendo en realidad la profética cita de Albert Einstein de que "Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad"[26],[27].

Foto. Una tarde de amena charla entre amigas tomando un café en “la nube”

Respecto del empleo práctico de las ”acciones fantasmales a distancia” en el mundo, por ejemplo, de la sanación[28] y la crítica de inoperancia que el sector científico hace respecto de las sanaciones a distancia es necesario apuntar que, tal y como ha demostrado Lynne McTaggart en su revisión de los trabajos científicos basados en el empleo de la intención, no todo el mundo es capaz de producir cambios en la naturaleza de las cosas y en su devenir. Para mí esto es así porque Intención (que es lo que necesita el mundo cuántico para revelarse) no es sinónimo de deseo ya que la primera es una forma amorosa de energía pura y sin expectativas (y por ello de altísima frecuencia)[29] y el deseo mucho me temo que está impregnado de expectativas racionales y por lo tanto es de baja frecuencia.
Pero una vez entendida la tramoya del desarrollo científico del siglo XX nos preguntamos: ¿de qué nos sirve realmente, que nos aporta, que encuentren el origen de la masa de la materia?. Desde un punto de vista mecanicista y tecnológico probablemente de mucho pero apréciese que esto no nos explicaría el origen mismo de la vida, estaríamos realmente en la misma situación que cuando allá por el año 380 a.C. Platón y Aristóteles filosofaban sobre si el origen de la vida y las formas visibles (el impulso vital) se situaba en el plano trascendente (las Ideas que Platón las ubicaba en la mente de Dios)  o en el material (el Alma aristotélica). Si algo ha demostrado el desarrollo científico es que por interesantes e impactantes que sean sus hallazgos, no bastan para dar un sentido a la existencia del ser humano, llegando a ser, incluso contraproducente llegados a un cierto límite ya que se trata de una dispersión sin fin en el detalle. Por eso hay muchos que mantienen que la Ciencia no niega en absoluto a Dios, al mundo trascendente, sino que, al contrario, lo pone en primera fila del debate[30],[31].
Llegados a este punto ya poco más puedo decir salvo una reflexión final respecto de lo que todo esto significa para mí. Yo creo que Occidente con su largo, pero económicamente muy provechoso (porque mientras indagaba sobre la materia y sus procesos fue capaz de poner en práctica descubrimientos que han cambiado la faz de la Tierra) discurrir por el método científico y Oriente con su cuasi-desprecio por la materia (con su correspondiente efecto secundario de falta de desarrollo económico y tecnológico) y concentración en los procesos mentales han llegado a un mismo punto: que tanto desde la materia como desde la mente no puede entenderse qué es realmente la vida. Pero ambos discurrires, ampliamente permeabilizados a día de hoy, nos han permitido conocer lo que “no es” y como dice Krishnamurti “saber lo que una cosa no es, es a menudo tan importante como saber lo que no es[32].
Por tanto, ¿dónde estamos?, pues para mí estamos no en la ignorancia del que nada sabe porque nada se pregunta, sino en la sabiduría del SE QUE NO SE, y para mí este punto es el punto de la “iluminación”. Quizá no queramos inconscientemente darnos cuenta (y por eso hay tanta violencia cuando se trata de desmontar las falsas creencias que conforman nuestro inconsciente y aglutinan el mundo de hoy) de que seguimos sin saber nada respecto del “orden implicado”, ese que hay tras este decorado que es la vida, y del que tanto la ciencia como la mente nos dicen claramente: NO SE DARTE LA EXPLICACIÓN QUE ME PEDÍAS Y QUE TANTO TE PREOCUPA.   Mientras esperamos en el vacío del “Se que no se” empezamos a actuar bajo la inspiración de algo que está mucho más allá de nosotros y que nos hace sentir que siempre hemos sabido y que realmente no era necesario saber nada (Escuchar a Fito Fittipaldi cuando dice eso de que “aprendes que había lecciones que no era necesario aprender”).
Cientos de frases, de citas, de apuntes adicionales bullen en mi cabeza pero aquí lo dejo so pena de emborronar el mensaje. Tan solo quiero acabar citando la frase final de la película Casablanca en la que el protagonista dice aquello de "este es el comienzo de una gran amistad". Hagámonos, pues, amigos de la vida que sus enseñanzas son únicas y no pretendamos ver más allá de lo que vemos, que en este plano no toca y que la verdad se nos irá revelando a su debido tiempo….

Juan I. Fernández-Golfín Seco
Septiembre 2012

Para aquellos que, pese a las advertencias, quieran leer más, estos son algunas de mis lecturas recomendadas.
·  David Bhom. “La totalidad y el orden implicado”. Editorial Kairós. Colección: Nueva Ciencia. ISBN:9788472451780
·   Vlatko Vedral. “Descodificando la realidad: el universo como información cuántica”. Editorial Intervención cultural. ISBN: 9788492616930
·      Lynne McTaggart. “El experimento de la intención”. Editorial Sirio. ISBN 9788478085774.
·      Rosenblum y Kuttner. “El enigma cuántico”. Editorial Tusquets. ISBN 9788483834237
·      Schrödinger. “¿Qué es la vida?”. Editorial Tusquets. ISBN 978-84-7223-607-3
·      Goswami. “Ciencia y Espiritualidad”. Editorial Kairos. ISBN 9788472458994
·      Goswami. “La Fisica del Alma”. Editorial Obelisco. ISBN 9788497775069
·      Tart, Goleman, Dossey, Achterberg, Russell. La espiritualidad a debate: El estudio científico de lo trascendente”. Editorial Kairós. ISBN 9788472457461
·   Sheldrake. “La presencia del pasado. Resonancia mórfica y hábitos de la Naturaleza”. Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-223-7
·      Capra. “El Tao de la Física” Editorial Sirio. ISBN 9788478081752





NOTAS

[1] La Física cuántica es una rama relativamente reciente de la Física que estudia lo más pequeño, es decir, la materia a escala atómica. El término "Mecánica cuántica” fue utilizado como tal por vez primera de la mano de Max Born en 1924, aunque ya estaba implícito en el trabajo de Max Planck de 1900 al denominar quantum a los paquetes de energía discreta que intercambiaban entre sí los electrones y que hoy sabemos que constituyen los fotones. Ahora bien es necesario ser justos y claros al respecto ya que quien realmente  sentó las bases para la creación de la física cuántica fue el famoso físico Albert Einstein, al postular  la naturaleza corpuscular de la luz (con una gran oposición intelectual por parte de los científicos del momento ya que poco antes, en 1881, Young había confirmado fehacientemente la naturaleza ondulatoria de la luz y de ahí que se negaran a la nueva y controvertida evidencia). De hecho, en 1918 Einstein fue galardonado con el Premio Nobel de Física “por su papel jugado en el avance de la física con el descubrimiento de la teoría cuántica” aunque el tema de la naturaleza corpuscular  de la luz (los fotones) no fuera aceptado hasta 1923.
Hemos de ser conscientes de que la Física Cuántica surge a comienzos del siglo XX ante la imposibilidad de la mecánica clásica (la newtoniana) para explicar satisfactoriamente los fenómenos de radiación a escala sub-atómica. Una de las características fundamentales de esta nueva rama de la Física es que a nivel sub-atómico las partículas deben ser estudiadas considerando su comportamiento en términos probabilísticos ya que las partículas en estudio son tan pequeñas, que el solo hecho de observarlas las altera (ya que para observarlas se debe "interactuar" de alguna manera con ellas, lo cual tiene a esa escala un efecto sobre su trayectoria o comportamiento), por lo que no se puede conocer con exactitud en términos clásicos, por ejemplo, su posición y velocidad al mismo tiempo (lo que no es sino la expresión del principio de incertidumbre de Heisenberg, otro de los pilares de esta rama de la Física y el origen de las famosas “variables ocultas” de la mecánica cuántica, de las acciones fantasmales a distancia que diría Einstein). De este estudio probabilístico surgen las ecuaciones de onda (que son funciones de probabilidad)  en donde las variables para definir el comportamiento Y POSICIÓN de estas partículas se expresan en términos de probabilidades, lo que se conoce a su vez como incertidumbre.
La Física Cuántica, por tanto, presenta dos pilares fundamentales: 1.- Que las partículas sub-atómicas intercambian energía o "paquetes" en múltiplos enteros llamados quantum (literalmente cantidad) de energía, y 2.- que la posición de una partícula se define por la descripción de la probabilidad de que aquella partícula se sitúe en esa posición y en ese mismo instante.
Hemos de darnos cuenta de que  gran parte de las impactantes conclusiones de la Teoría cuántica respecto de la naturaleza de la materia aparecen como consecuencia de la incorporación del concepto de probabilidad en el proceso de descripción de las partículas y del mundo sub-atómico.
No creamos que la física cuántica es algo simplemente esotérico ya que sus principios son utilizados en ámbitos tan diversos como la electrónica, la tecnología médica (radiología, cirugía láser), la criptología (claves de seguridad), la astronomía, etc..

[2] La Física de partículas es la rama de la Física que estudia los componentes elementales de la materia y las interacciones entre ellos (es la continuación de los postulados de la Escuela atomista griega).  Se conoce a esta rama de la Física también como Física de altas energías, debido a que muchas de las partículas se las puede ver sólo tras grandes colisiones entre ellas provocadas en los aceleradores de partículas donde se liberan altísimas energías.

[3] En esto TAMPOCO soy original ya que Planck en 1918 decía al recibir el Premio Nobel: "Siempre he considerado la búsqueda de lo absoluto como la meta más elevada de toda la actividad científica, ... y me puse a trabajar con pasión".

[4] El método científico postula que las teorías científicas deben aceptarse o rechazarse únicamente sobre la base de pruebas experimentales. El método fue formulado por vez primera por Galileo como forma de hacer comprender lo acertado de la teoría heliocéntrica de Copérnico  y de defenderse de las acusaciones de la Iglesia de entonces. No obstante, el actual método científico es imposible de entender sin el impulso transmitido por la incomparable aplicación práctica del mismo por parte de Newton  y  el pensamiento y obra de Descartes.

[5] En el fondo lo que este enfrentamiento inicial ponía de manifiesto era la existencia de dos visiones de la materia y de sus procesos totalmente contrapuestas: la determinista (defendida por la física newtoniana) y la no determinista (la probabilista defendida por la Física cuántica). Ambas eran aproximaciones radicalmente distintas, que producían visiones del universo totalmente divergentes. Bohr (físico cuántico), de hecho, lo que puso claramente de manifiesto era que la visión fragmentadora de la física clásica (consistente en reducir los problemas en sus componentes básicos) no es válida en el entorno cuántico ya que en este entorno las partículas se comportan relacionadamente mediante un sistema que no es divisible en componentes y que, por ello, actúa como un todo. Por ello lo que Bohr parecía sugerir es que en el entorno cuántico no hay un concepto definido de materia ya que no hay partes sino que “todo es un todo”. Esta última visión se parece muchísimo al concepto de vacuidad budista según el cual nada tiene una existencia intrínseca per se sino relacional. En la teoría cuántica el objeto no tiene identidad objetiva, por sí mismo (inexistencia, vacuidad). Es el observador el que le confiere existencia ubicándolo en un sitio de su función de onda. De ahí que antes de la observación un objeto pueda SIMULTÁNEAMENTE existir y no existir en todos los sitios comprendidos dentro del espacio definido por su función de onda (concepto de superposición). En la teoría cuántica NO hay partícula aparte de su función de onda por eso puede estar en todos y en ninguno de los puntos. Por eso P. Jordan dice que “Las observaciones no solo perturban lo que se va a medir, sino que lo producen”. La interpretación de Copenhague presume que allí donde una propiedad de un objeto microscópico afecta a un objeto macroscópico, la propiedad es “observada” y se convierte en una realidad física.  John Wheeler decía que “Ninguna propiedad microscópica es una propiedad hasta que es una propiedad observada”, lo cual viene a expresar que los objetos microscópicos mismos no son cosas reales.

[6] David Bohm (La totalidad y el orden implicado), otro físico cuántico, mantiene que la constatación de que el indeterminismo es una propiedad fundamental de la materia a nivel cuántico lo único que puede estar expresando es el desconocimiento de las variables ocultas que actúan a nivel sub-cuántico y que el conocimiento y posterior modelización de la actuación de estas variables ocultas podría introducir cierto grado de determinismo al mundo cuántico. Por ello este físico mantiene la existencia de un “Orden implicado” que opera más allá de la materia y que daría sentido a lo que observamos.de alguna forma es lo mismo que mantiene John Bell cuando afirma que la teoría cuántica está incompleta porque está falta de un salto imaginativo que la haga “lógica1 y comprensible.

[7] Debo aquí incluir una reflexión que me ronda por la cabeza desde hace tiempo. Parece como si la naturaleza respondiese a cada forma de preguntarla, de forma y manera que sólo cuando haces la pregunta correcta con la intención adecuada obtienes la respuesta correcta. Es curioso comprobar cómo los grandes descubrimientos científicos aparecen accidentalmente (Newton y la gravedad, Fleming y la penicilina, Planck y los cuantos, Einstein y la naturaleza corpuscular de la luz…) de la mano de personas que, sin embargo, trabajaban con extraordinaria intensidad y curiosidad. Choca al lector curioso el hecho de que la gran mayoría de las veces las respuestas llegan a personas de fuerte personalidad, altamente controvertidas, con una seguridad interna a prueba de bombas, quizá poniendo de manifiesto que esa fe interna y esa intensidad en la búsqueda (la confianza defendida por Alex Rovira) sean las llaves que abren la puerta de la habitación de las respuestas. Para mí esto pone de manifiesto que la realidad se manifiesta de una forma concreta tras una forma de observar consciente y concreta (¿no es esto lo que llamamos “intención”?¿no es lo que nos decían de “pedid y se os dará, buscad y hallaréis”?).

[8] Muchos físicos cuánticos se quejan de que su teoría se ha prestado y ha dado pábulo a muchas interpretaciones pseudo religiosas, lo cual es rechazado por la comunidad científica en general ya que la incertidumbre o expresión probabilística del comportamiento de las partículas a escala muy pequeña, tiene por supuesto relación con el hecho de intentar "observarlas", pero no quiere decir para ellos que el observador cree su propia realidad debido al nexo que hay entre él y la materia a esta escala. Para los físicos cuánticos; esta es una interpretación bastante distorsionada del fenómeno, lo cual no quiere decir que en algún momento la mecánica cuántica no pueda aportar luz sobre fenómenos que aún no tienen una explicación satisfactoria desde el punto de vista científico más clásico. De hecho, muchos físicos se quejan reiteradamente que muchos autores de libros del tipo de "auto ayuda" se escudan en el poco conocimiento que existe sobre el tema para el lector común y en su complejidad, para apoyar o justificar de manera "científica" sus aseveraciones sobre la realidad que en verdad, para ellos, no tienen base o justificación. No obstante, es necesario decir para que el lector cree su propio juicio que otros físicos cuánticos (léase el libro de Rosenblum y Kuttner de El enigma cuántico) admiten abiertamente su extrañeza por las conclusiones sobre la realidad a las que parecen arrastrarnos los tozudos resultados de los experimentos cuánticos.

[9] Entiéndase aquí que desde 1923 los físicos ya han aceptado que, según el experimento elegido, tanto la materia como la luz podían manifestarse como paquetes compactos o como ondas extensas. Aunque muy pocos se molestaban en intentar comprender esta aparente contradicción. El primero en abordar el significado fue Schrödinger (su falta de miedo a este análisis seguro que se deriva del hecho de que era seguidor del misticismo Vedanta y, por ello, significaba uno de los primeros encuentros entre ciencia y conciencia).

[10] De alguna forma pone de manifiesto la necesidad de recuperar el poder que une al que mira con lo que mira, poder que un día tuvimos y que perdimos. Para ello se hace necesario recuperar la vista, generar el gran salto imaginativo citado por John Bell.

[11] De hecho, según Rosenblum y Kuttner, la aparente limitación de la Física cuántica a los objetos diminutos es un problema puramente tecnológico, siendo aplicable al conjunto de la materia, por mucho que la interpretación de Copenhague mantuviera lo contrario.

[12] Es difícil darse cuenta en la actualidad hasta qué punto esta “alocada” teoría era realmente alocada en aquél momento. Esta formulación “por escalones energéticos” rompía completamente con la vigente visión de la continuidad de los procesos físicos y del movimiento, introduciendo una visión discontinua de los mismos. Hoy en día esta visión ya no es tan sorprendente pues estamos acostumbrados a ver cómo cuando hacemos zoom sobre una línea que se aprecia como recta en la pantalla de ordenados ésta se convierte en escalonada (se pixela). => ¿apreciáis cómo las creencias configuran nuestra “normalidad”, nuestro “mundo lógico”? .

[13] Dado que la Física newtoniana alimenta nuestra actual forma de ver la materia y, por tanto, la vida; lo que nos está diciendo la Física cuántica es que no podemos hacer caso a nuestros sentidos, a la manera con la que “sentimos la vida”.

[14] El término fue introducido en 1935 por Erwin Schrödinger para describir un fenómeno de mecánica cuántica que se demuestra en los experimentos pero que no se ha comprendido del todo. En este caso las partículas entrelazadas no pueden definirse como partículas individuales con estados definidos sino más bien como un sistema. Es un fenómeno cuántico, sin equivalente clásico, en el cual los estados cuánticos de dos o más objetos se deben describir haciendo referencia a los estados cuánticos de todos los objetos del sistema, incluso si los objetos están separados espacialmente (vamos, que lo que le pasa a uno le pasa a todos).

[15] Einstein estaba convencido de que tenía que haber una explicación determinista subyacente. En el fondo la actitud de Einstein se parece muchísimo a la que la Iglesia tuvo en su momento con  Galileo ya que si Einstein denigró la nueva teoría porque tenía que estar equivocada al contravenir la lógica científica de su época, la iglesia denigró la teoría y los resultados experimentales de Galileo ya que tenían que estar equivocados pues contravenían la filosofía aristotélica (cosmogónica y del movimiento) imperante en el momento. Es este acto de crítica feroz por parte de la Iglesia a Galileo el que propició la aparición del método científico ya que para defenderse, Galileo no sólo planteó experimentos que demostraban que estaba en lo correcto sino que manifestó aquello de que “El único criterio para el juicio  científico es la demostración experimental”. De este modo tan “sutil” Galileo creó un modus operandi  para el futuro de la Ciencia y conmovió los pilares de la Iglesia, las religiones y las creencias ya que los postulados de  las religiones e, incluso, de las filosofías en general no son comprobables con resultados que puedan exponerse objetivamente… “Si eres bueno iras al cielo”….¿si? ¿estuviste allí?... cuenta, cuenta….

[16] Lo que la teoría cuántica viene a postular es algo absolutamente ilógico y carente de razón ya que el mundo que nosotros calificaríamos de razonable es aquél en el que los objetos son reales, están separados entre si y tienen propiedades reales independientes del observador, aunque de momento ocultas para la ciencia. En este mundo razonable los objetos se afectarían los unos a los otros únicamente mediante fuerzas de tipo físico. Por eso el mundo newtoniano era tan razonable y Newton tuvo tanto éxito con sus teorías, ya que nos creó un modelo de la realidad muy razonable para la mente humana. Pues bien, ante esta imagen tan sumamente razonable, lo que viene a postular la teoría cuántica es que nuestro mundo no tiene realidad y separabilidad al mismo tiempo, o lo que es lo mismo: que la observación crea la realidad. Mentes tan lógicas como Einstein y Schrödinger simplemente no podían aceptar esto y por ello afirmaban una y otra vez que si la teoría cuántica describía un mundo así era porque había variables desconocidas ocultas (Einstein) o que la naturaleza nos quería decir algo que no estábamos captando y a lo que había que prestar atención (Schrödinger) y no ignorarlo (Bohr).

[17] La interpretación de Copenhague era un intento desesperado por conseguir que los hallazgos en el dominio cuántico no afectasen a nuestra visión newtoniana de los sucesos macroscópicos. La IC considera dos dominios: el macroscópico clásico de los instrumentos de medida, regido por las leyes de Newton; y el microscópico cuántico de los átomos y las partículas, regido por la ecuación de Schrödinger. Según esta interpretación lo único que el físico debe hacer es analizar y registrar el comportamiento de los aparatos de laboratorio sin preocuparse de buscar significados más profundos (describir el comportamiento no justificarlo) y, por ello, como nunca se trata directamente con los objetos cuánticos del dominio microscópico no tendremos porqué preocuparnos por su realidad o irrealidad física.  Es, en suma, afirmar que la ciencia no puede revelar un mundo real más allá de lo observado. Por ello, la IC suele adoptar el punto de vista simplista de que sólo las propiedades observadas  (en el sentido que afecta a un objeto macroscópico) de los objetos microscópicos existen (estaríamos, pues, más ante una descripción cuántica abstracta de la materia que ante una teoría explicativa de su naturaleza y composición, lo que constituye en esencia la visión defendida por Bohr). Según este punto de vista, los objetos a escala atómica existen sólo en algún domino abstracto (en el ámbito probabilístico), no en el mundo físico. La teoría cuántica propugnada por la IC establece, pues, que los átomos y las moléculas no están en ninguna parte hasta que nuestra observación los crea allí donde los detectamos (Heisenberg diría que los objetos microscópicos no son reales sino que son meras potencialidades). Existen físicos para los que esta solución adoptada por la IC es aberrante ya que describir el mundo cuántico como compuesto de entes irreales  y abstractos y, sin embargo, aceptar como reales a los objetos hechos con átomos es algo que, para estos críticos, no resiste el más mínimo análisis. Bien, pues lo sorprendente es que esta descripción del mundo cuántico es la que lleva a las predicciones más infalibles respecto de su comportamiento y lo que las(¿?).

[18] Schrödinger fue el primero en formular matemáticamente la mecánica ondulatoria, proponiendo una elegante y ampliamente empleada formulación matemática que se enfrentaba a la visión matricial de Heisenberg. Por ello recibió el premio Nobel de Física en 1933. Su metáfora sobre el gato era una boutade para dar a entender que era evidente que la naturaleza estaba intentando decir algo y que la Interpretación de Copenhague venía a pedir que no se la escuchara.

[19] Esto “justifica” en cierta medida porqué los cuarentones y cincuentones tenemos un mundo creencial más determinista y porqué son los jóvenes los impulsores de una nueva forma de ver las cosas, haciendo con ello cierta la manifestación de Max Planck, que decía eso de que “"Una nueva verdad científica no suele imponerse convenciendo a sus oponentes sino más bien porque sus oponentes desaparecen paulatinamente y (son sustituidos por) una nueva generación familiarizada desde el principio con la (nueva) verdad."

[20] De hecho, la mecánica cuántica tiene una fascinante pero incomprensible forma de describir la materia ya que mantiene que toda partícula, todo objeto, es su función de onda, su movimiento interno (véase que estamos repitiendo en cierta medida los postulados de Demócrito, de la escuela atomista griega, según la cual el movimiento interno definía la densidad de la materia). Por eso para Schrödinger  un objeto en movimiento es un paquete de ondas que viaja y su función de onda es realmente la ecuación universal del movimiento, siendo la de Newton simplemente una aproximación para los objetos grandes.
La función de onda tiene naturaleza espacial y caracteriza una región del espacio que define la probabilidad de que el objeto se encuentre en dicho espacio, no que esté en él (esto presupondría su existencia independiente). Esto es así porque para la mecánica cuántica el concepto de probabilidad no presupone la existencia del objeto (como sí lo hace la probabilidad clásica). Por eso en la mecánica cuántica se dice que la observación “colapsa” la función de probabilidad en un punto, en el que ha sido observado el objeto. Esto puede ser interpretado como que la observación de que un objeto está en un cierto sitio ha creado su presencia en él (véase que se define la materia en función del concepto de probabilidad). Por eso Pascual Jordan (uno de los artífices de la teoría cuántica) dice que “las observaciones no sólo perturban lo que se mide, sino que lo producen”.

[21] Hasta el momento presente lo que los físicos han  encontrado no es sino vacío, ya que todas sus partículas, como el electrón y átomo mismo, no son sino formas de expresión de la energía vibratoria (se ocupa un volumen que cuando se analiza no tiene nada pero que en tanto es volumen actúa como partícula). Lo curioso en este punto es darse cuenta de que NADIE sabe lo que realmente vibra, así que cuando se dice que un electrón vibra, ¿qué vibra?.

[22] Robert Aymar, el Director del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) dice en una magistral entrevista “Sencillamente aplicamos la ley de Einstein: la energía se transforma en masa (las partículas) y ésta, en energía de nuevo. En las colisiones a energía suficientemente alta se producirán nuevas partículas, incluida, tal vez, una especial que estamos buscando. El problema es que no entendemos el proceso que genera la masa de todas las cosas, y esa partícula que buscamos, el bosón de Higgs, puede ayudarnos a explicarlo”. La partícula que se busca (el bosón de Higgs) es un tipo de partícula de alta masividad que generaría con su interacción la masa en las otras partículas.

[23] Álvaro de Rújula, ex director del Departamento de Física Teórica del CERN, en una no menos magistral entrevista dice textualmente: “Todos estamos hechos de tres tipos de partículas: electrones, y otras dos que son el quark up y el quark down. Quizás no se note, pero es evidente que es así. Si estamos aquí sentados tranquilamente, eso quiere decir que no estamos flotando por el aire. Y para eso hay dos motivos: el primero es que estamos inmersos en algo que no se ve, pero que existe, que es el campo gravitatorio de la Tierra, que es el que tira de nuestra masa y nos sienta en la silla; y el otro es que tenemos masa. ¿Y por qué tenemos nosotros, y las partículas elementales que nos componen, esa propiedad que se llama masa? Pues resulta que no la tenemos porque sí, sino por una razón que podríamos llamar "ambiental". Las partículas elementales tienen masa porque están sumidas en otro campo, que tampoco se ve y al que llamamos el campo de Higgs, y que permea el vacío por completo”…//… “Resulta que el problema más profundo de la Física de partículas, y también de la Cosmología, que estudia el Universo en su conjunto, tiene que ver con el vacío. Y a pesar de todas nuestras hipótesis, no podremos estar seguros de nuestras ideas hasta que encontremos el bosón de Higgs, la partícula (presuntamente) responsable de la masa de todas las demás partículas. Pero el rol principal en esta cuestión lo juega el vacío”…//… “Hemos llegado a la conclusión de que el vacío es una sustancia, un campo fundamental que permea todo el Universo. Y si se sacude un campo fundamental, como es el vacío, entonces las vibraciones de ese campo, que son las partículas o cuantos, aparecen. El bosón de Higgs es la partícula del vacío, igual que el fotón es la partícula, o cuanto, de los campos electromagnéticos. Aunque la partícula desaparezca, aún queda su campo, que lo impregna todo”…//… “El verdadero descubrimiento sería no encontrar el Higgs, y tampoco nada que lo sustituya. Entonces sí que habríamos hecho un gran hallazgo, y tendríamos que ir a los políticos y decirles: "Eureka, no hemos descubierto nada, esto es un éxito fabuloso". Si lo descubrimos, estaremos constatando algo que ya sospechábamos. Si no, estaríamos ante algo completamente nuevo y fascinante”.

[24] ¿Una Forma aristotélica? ¿Una Idea platónica?, ¿Un campo mórfico de Sheldrake?.

[25]Cuando estás ante una dificultad, estás a punto de realizar un descubrimiento” (W. Thomson, Lord Kelvin).

[26] Cualquier padre sabe que ahora tenemos a los chicos “en la nube”.

[27] No es de desdeñar tampoco la advertencia de T. S. Eliot cuando dice eso de que ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?".

[28] Y la homeopatía, que no es sino “soñar” que el agua vehiculiza los aspectos energéticos de las plantas curativas, lo cual tampoco es muy distinto a los milagros curativos propiciados por las “aguas de luz” (Lurdes, Fátima, Montichiari, Madjugorje, San Damiano y un largo etcétera), analizados por la Dra, Ciccolo.

[29] Recordemos que en la “alocada” teoría de Planck la energía del cuanto (del fotón), la energía radiada, era el producto de la constante de Planck (h) por la frecuencia de la vibración. De esta forma, el estado cuántico de una partícula (y por extensión de la propia materia) queda definido por su modo de vibración (por su frecuencia interna de resonancia) y, por tanto, el cambio de estado se produce al cambiar su modo vibratorio (que es lo que hacen los sanadores, tanto del cuerpo como del espíritu, y la homeopatía). El cambio de estado hasta un estado de salud  se producirá, o no, en función de la energía introducida en el sistema y del estado de procedencia.

[30]Creo que mientras más a fondo se estudia la ciencia, más se aleja uno de cualquier concepto que se aproxime al ateísmo” (W. Thomson, Lord Kelvin).

[31] "Como hombre que ha dedicado su vida entera a la más clara y superior ciencia, al estudio de la materia, yo puede decirles que como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: No existe la materia como tal. Toda la materia se origina  y existe sólo por la virtud de una fuerza la cual trae la partícula de un átomo a vibración y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia." (Max Planck en su discurso al recibir el Nobel en 1918).

[32] Como dice Octavio Paz en el prólogo del libro de Carlos Castaneda Las enseñanzas de Don Juan, “Para ver la otra realidad hay que dudar de la realidad que vemos con los ojos”.

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